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Depresión, ansiedad, insomnio, así vuelven los deportados… y nadie los atiende

Publicado por
Aletia Molina

Los migrantes mexicanos expulsados de Estados Unidos sufren cuadros de depresión y ansiedad. Ante tal problemática, el país no tiene las políticas públicas necesarias para atenderlos, revela el estudio RETORNO CON DERECHOS Acercamiento y Atención a la Población Migrante de Retorno en la Ciudad de México, elaborado por el Instituto de Investigación y Práctica Social y Cultural A.C.

El ejemplo más extremo es el de Guadalupe Olivas, quien fue expulsado de Estados Unidos y decidió lanzarse de un puente en Tijuana. Pero pudo ser cualquiera de los más de dos millones de mexicanos que fueron repatriados entre 2010 y 2015, según cifras de la Unidad de Política Migratoria.

Pudo ser cualquiera porque la mayoría de los mexicanos que son expulsados de Estados Unidos regresan con un estado de salud “regular”. Y la regularidad, en estos casos, está relacionada con problemas de salud mental, según el estudio sobre migrantes de retorno.

“La mayoría de los retornados lo hacen en contra de su voluntad, expulsados después de años de estancia en los lugares de destino, por los gobiernos bajo cargos de violaciones a las leyes migratorias vigentes. Esto implica que la migración de retorno lleve consigo fuertes riesgos de separación familiar, violación a los derechos humanos, un terrible despojo y desarraigo que tiene impacto en la salud emocional que complica la reinserción”, cita el estudio.

 El mismo estudio refiere que la reinserción de los individuos deportados se verá afectada por el estado emocional y en general, la salud mental del sujeto. El hecho de que el retorno se dé de manera involuntaria e inmediata incide de manera fundamental en la estabilidad emocional tanto del deportado como de la familia que se queda en el otro país.

CDMX, la gran urbe que no está lista para recibirlos

Para que aquellos expulsados del país del norte no intenten volver, el gobierno de México y el de Estados Unidos han firmado diversos acuerdos de deportaciones profundas.

A través del Procedimiento de Repatriación al Interior de México (PRIM), Estados Unidos envía repatriados en avión hasta la Ciudad de México. Cada lunes, martes y jueves un vuelo con 135 personas desconcertadas aterriza en un país con el que, en la mayoría de los casos, ya no tienen ningún arraigo, cita el estudio Retorno con Derechos.

Entre 2010 y 2015 arribaron a la Ciudad de México 67 mil 240 personas que fueron expulsadas de los Estados Unidos por problemas migratorios, según cifras de la Unidad de Política Migratoria.

Al aeropuerto de la Ciudad de México llegan cientos de repatriados cada semana. El gobierno de México, a través del programa Somos Mexicanos, del Instituto Nacional de Migración, que ofrece respaldo a los recién llegados, les entrega una constancia de repatriación, una Cédula Única del Registro de Población (CURP), afiliación al Seguro Popular y una bolsa con una botella de agua, un pan blanco, un jugo y una manzana. Y nada más. De su salud mental nadie se encarga.

“No existen políticas públicas con presupuesto para la atención a la salud mental”, asegura el estudio. Se ha documentado que cuando llegan, los deportados sufren de insomnio, ansiedad, poca concentración y desánimo.

Sin embargo, hay organizaciones que se dedican a apoyar a los repatriados. Por ejemplo, la Red de Apoyo y Atención a Migrantes en la Ciudad de México, se propone encontrarle empleo a aquellos que llegan a pedir ayuda, cuenta Luis Ángel Gallegos, coordinador del Programa de Atención al Retorno en la CDMX. Pero se ven rebasados ante la falta de recursos.

A pesar de que entienden la problemática emocional en la que se encuentra un individuo que llega a la Ciudad de México luego de vivir en Estados Unidos, no pueden brindarles la atención necesaria, por lo que luego de una breve entrevista para tener un perfil del solicitante de ayuda, pasan a buscarle un lugar para dormir por unos días y empiezan a apoyarlo para conseguir identificaciones y buscar trabajo. Por su personal y sus recursos sólo han podido atender a alrededor de diez personas en lo que va del año.

Cubrir las necesidades básicas es todo un desafío para los que vuelven, refiere el estudio. Es muy difícil que accedan a vivienda, alimentación, empleo y salud.

“Se identificaron necesidades básicas que permitieron detectar algunos vacíos institucionales dentro de la administración pública de la Ciudad de México. Estos vacíos se deben a distintos factores que tienen que ver con el desconocimiento del fenómeno y falta de sensibilización por parte de los servidores públicos que atienden directamente a esta población, aunado a la falta de políticas públicas adecuadas y con un enfoque integral”, continúa el estudio.

También puntualiza que las personas migrantes en retorno se encuentran en una situación vulnerable y de exclusión.

Ni en el sector público ni en el privado existe un mecanismo para aprovechar ni atender las oportunidades del retorno de migrantes a la Ciudad de México, menciona el estudio.

El perfil del migrante en retorno

Con base en entrevistas el estudio concluye que en una media el perfil del repatriado que salió y volvió a la Ciudad de México es el siguiente:

Un hombre de 38 años de edad que se encuentra dentro de la población económicamente activa, soltero, con un promedio de 8 años de escolaridad, que permaneció en Estados Unidos al menos 10 años sin realizar trámites de regularización. Durante su estancia en EU sólo se dedicó a trabajar en la construcción. Enviaba remesas y tiene familia directa en el país norteamericano, que no regresará a México. Tiene un estado de salud regular.

A causa del proceso de deportación, no piensa volver a Estados Unidos de manera irregular.

El estudio asegura que la reinserción del grueso de los repatriados dependerá del apoyo familiar y/o de la comunidad.

Los índices de migración de México hacia Estados Unidos han descendido en la última década. Así también el número de deportaciones hasta 2015.

México cuenta con las cuatro características del proceso migratorio: es un país de origen, tránsito, destino y, gradualmente se ha convertido en un país de retorno, cita el estudio.

Adrián Rodríguez es un migrante que hace dos años se estableció en Indianápolis, Indiana, a donde llegó a trabajar en la construcción. Allá están sus padres, hermanos y dos hijos. Salió de Ciudad Juárez ante una crisis constante económica y de violencia. Ahora, ante las redadas de agentes del ICE en su vecindario y las amenazas de deportaciones masivas del presidente Donald Trump, Adrián prepara su regreso al país que se ha vuelto, cada vez más, de retorno.

Fuente: LSR

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Aletia Molina

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