«No hay mejor escaparate para la moda que la alfombra roja de los Oscar», aseguró Giorgio Armani en una ocasión. Precisamente fueron los tres ilustres nombres italianos del estilo —Armani, Valentino y Gianni Versace— los que pensaron que unir moda y cine —más allá del Oscar al mejor vestuario— podría ser el impulso definitivo para la alta costura.
¿Quiénes mejor que las grandes estrellas del celuloide americano para lucir sus modelos de alta costura? Indiscutiblemente, nadie. Porque hoy en día son dos los grandes eventos internacionales que concitan la máxima expectación en lo que a la moda se refiere: los Oscar de Hollywood y la Gala de Primavera del MET, el Museo Metropolitano de Nueva York, en la que también se dan cita las estrellas del celuloide, además de grandes modelos y cantantes.
Los Oscar se han convertido en una máquina de publicidad mundial para los diseñadores, cuyos modelos suelen ser copiados en minutos por empresas, sobre todo asiáticas, a precios asequibles para el gran público. Una industria que, además, cuenta con el aliciente del glamour. Desde hace unos años, la multinacional de tiendas Walmart patrocina los Oscar a las mejor vestidas, sección que aparece incluso en la web oficial de la Academia de Hollywood.
Desde 1929, año en el que se celebró la primera fiesta de los grandes premios del cine, se han entregado 3.000 estatuillas. Estos galardones con forma de hombrecitos están bañados en oro de 24 quilates y tienen un valor de unos 400 dólares cada uno, según un informe de CBS en 2011 —aunque con la revalorización del oro, es posible que ahora valgan algo más—. Pero el valor más importante que tienen estas estatuillas es el que adquieren en subasta. Dependiendo del actor o la actriz y de la película hay un ejército de personas dispuestas a pagar mucho dinero por tenerlas. Por ejemplo, el Oscar a la mejor película de Lo que el viento se llevó fue comprado por Michael Jackson por algo más de 1,5 millones de dólares —1,3 millones de euros—; mientras que el conseguido por Vivien Leigh se vendió por medio millón de dólares.
Otra cifra que merece la pena conocer es lo que la organización invierte cada año en la gala: unos 24 millones de dólares, según un informe de Investopedia. Pero al final ingresan prácticamente el doble gracias a los derechos de televisión. El impacto en la ciudad de Los Angeles, el fin de semana de los Oscar, se sitúa en unos 130 millones de dólares.
Y otra curiosidad: los actores y las actrices que asisten a la gala reciben un paquete con regalos de la organización, que este año incluye, una vez más, cosméticos de lujo de la firma española Natura Bissè.
Pero bajo estas amables cifras están las de la discordia. Ganar un Oscar para un actor masculino supone un incremento en su caché de unos 3,9 millones de dólares, según un estudio de Colate University. Número que quedan lejos del medio millón de dólares que suponen para una actriz. De hecho, la batalla de las actrices de Hollywood en los últimos años es conseguir la verdadera equidad salarial: años luz separan el salario de una actriz del de un actor.
Fuente: The Huffington Post
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