La Marcha de las Mujeres iba a ser una protesta femenina y feminista contra un hombre que profirió comentarios machistas en la campaña y fue acusado de abusos, pero acabó rebasando ese marco y reivindicando ante el republicano los derechos civiles de minorías como los inmigrantes, la comunidad LGTB y la población negra.
Centenares de miles de mujeres y hombres de todas las edades y razas y procedentes de otras partes del país clamaron contra Trump en un escenario con fuerte carga simbólica: el National Mall, la explanada en la que están los monumentos a George Washington y Abraham Lincoln.
Allí pronunció Martin Luther King su famoso discurso en 1963 y se celebraron las protestas contrarias a la guerra de Vietnam en 1969.
La cifra definitiva de asistentes podría ser mayor al medio millón de personas estimado por la organización, ya que miles de manifestantes tuvieron que ocupar márgenes y calles adyacentes al recorrido de unos tres kilómetros para poder marchar hacia las inmediaciones de la Casa Blanca mientras Trump visitaba el cuartel general de la CIA.
«En esta nueva era de tiranía no solo las mujeres estamos en peligro», proclamó Madonna en el escenario instalado cerca del Capitolio y por el que pasaron la también cantante Alicia Keys, las actrices Scarlett Johansson y America Ferrera y el cineasta Michael Moore, entre otros.
«El día de hoy marca el inicio de nuestra historia. La revolución empieza aquí, la lucha por el derecho a ser libres, por ser lo que somos, por ser iguales. Marchemos juntos a través de esta oscuridad», instó la intérprete de Material Girl.
La manifestación puede ser el inicio de un movimiento de oposición a Trump como lo fue el ultraconservador Tea Party contra Barack Obama, cuyo legado comenzó el nuevo presidente a desmontar pocas horas después de asumir.
En la noche del viernes firmó un decreto que recorta el Obamacare, la reforma sanitaria que dio cobertura médica a 20 millones de personas que no la tenían en un país que supone la excepción en Occidente por carecer de asistencia sanitaria universal.
«Nuestra dignidad, nuestra naturaleza, nuestros derechos han sido atacados y una plataforma de odio y división tomó el poder ayer. Pero el presidente no es Estados Unidos. ¡Nosotros somos Estados Unidos! Y estamos aquí para quedarnos», proclamó la actriz de origen hondureño America Ferrera.
La manifestación tuvo réplicas en varias ciudades estadunidenses y también en otras de fuera del país, como Londres.
En Nueva York superó la expectativa inicial de 50 mil personas y alcanzó las 200 mil, según medios locales. Hubo también protestas numerosas en Chicago, Boston, Seattle y Los Ángeles.
«Hay derechos y valores en peligro y si queremos cambiar algo, tenemos que movilizarnos ya. Espero que esto sea el inicio de un activismo que se mantenga contra lo que quiere hacer Trump», dijo a Dpa Russell, de 32 años, llegado a Washington desde Filadelfia. «Esta manifestación nos sitúa en el lado contrario de lo que vimos en la toma de posesión, defendiendo valores liberales y progresistas».
Por las mismas calles de Washington por las que la víspera había desfilado el nuevo presidente sin lograr reunir las masas que esperaba, desde primera hora del sábado se vieron grandes grupos de personas caminando con sus gorros rosas de lana hacia el punto de partida de la marcha. Estaciones de metro cercanas se colapsaron.
La manifestación comenzó a gestarse en Facebook la madrugada posterior a las elecciones del 8 de noviembre. Los gorros rosas, que llevan orejas de gato y han sido bautizados como «pussy hats», son un juego de palabras que recuerda a la grabación que se filtró en campaña en la que Trump aseguraba poder hacer lo que quisiera con las mujeres, incluido «agarrarlas por la vagina». «Pussycat» significa gatito en inglés y «pussy» es la palabra malsonante para vagina.
«Una cosa ha hecho Trump: nos ha hecho despertar. Hemos sido estúpidos durante décadas y Trump nos ha despertado finalmente. No vamos a volver a quedarnos parados», advirtió en conversación con Dpa Susan, de 69 años, llegada desde Florida.
Ningún presidente estadunidense anterior fue recibido con una movilización social semejante en su contra. Durante los días previos a su toma de posesión hubo ya protestas de menor tamaño en Washington.
El día de la ceremonia fueron arrestadas más de 200 personas por altercados y episodios violentos en la capital. «No había visto nada así desde las manifestaciones contra la guerra de Vietnam», dijo en el National Mall Paula, de 63 años, y quien se desplazó desde Baltimore con otras cuatro amigas para decir a Trump «que la mayoría de los estadunidenses no votó por él». No era la única en cuestionar su legitimidad.
En la marcha se vieron carteles recordándole los casi tres millones de votos populares de ventaja que le sacó la demócrata Hillary Clinton el 8 de noviembre. «Estamos aquí para decir al señor Trump que no le votamos la mayoría, que perdió, para recordárselo, y esperamos que preste atención», dijo a Barry, de 72 años, que viajó a Washington desde California.
«Presidente Trump, yo no voté por usted», clamó la actriz Scarlett Johansson. «Respeto que sea el presidente elegido y quiero ser capaz de apoyarlo, pero antes le pido que me apoye a mí y a los hombres y mujeres que hoy están aquí esperando ver cuáles de sus drásticos movimientos les afectarán».
Trump inició su mandato con un 40 por ciento de aprobación, la cifra más baja desde que se hacen sondeos.