México ha conquistado a Estados Unidos a través del paladar. Lo ha hecho con una de sus frutas milenarias: el aguacate. Más allá de la moda, el alimento, en su mayoría importado del país latinoamericano, está presente en el 60% de los hogares estadounidenses y su consumo per capita ha saltado de los 400 gramos a los 3.000 en tan solo dos décadas, según el Ministerio de Agricultura de EE UU. La inusitada demanda ha llevado a la cúspide a los agricultores mexicanos, que se preparan para una gran batalla ante las amenazas proteccionistas de Donald Trump, que promete cerrar el espacio de libre comercio inaugurado hace casi 23 años entre tres de los gigantes de Norteamérica.
Cuando el nuevo inquilino de la Casa Blanca habla del NAFTA (EE UU, Canadá y México) y asegura que «ha sido el peor tratado comercial en la historia», el empresario hace referencia a aquellos productos, como el aguacate, que han ganado terreno en el mercado estadounidense. En la última década, las exportaciones del fruto mexicano hacia la primera economía de Norteamérica han aumentado más de seis veces. En 2016, según el Consejo Nacional Agropecuario mexicano, las ventas de aguacate procedente del país en EE UU tocaron cifras récord: llegaron a 800.000 toneladas, con un valor que supera los 1.500 millones de dólares.
Mucho guacamole
Estados Unidos se ha convertido en el rey del guacamole: ocho de cada 10 aguacates que exporta México van ahora en busca del «sueño americano». Pero no siempre ha sido así. La exportación de la fruta mexicana llegó a estar prohibida en EE UU desde 1914 hasta 1997 bajo el argumento de que tenía plagas, explica Flavia Echánove, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En ese entonces, la producción mexicana solo servía para abastecer la demanda local. Las exportaciones que se hacían, principalmente a Europa, Japón, Centroamérica y Canadá, eran relativamente pequeñas.
Donald y los aguacates mexicanos
Tras levantarse esa prohibición, que duró 83 años, se permitió a 60 productores y 5 empresas empacadoras del Estado de Michoacán (oeste de México) comercializar el alimento en EE UU. La venta, sin embargo, estaba limitada a 19 de los 50 Estados, explica Echánove. En 2005 se autorizó para casi todo el país, con las excepciones de Florida, Hawái y, sobre todo, California, principal productor de la fruta que allí se consumía. «Los californianos alzaron la voz. Pensaron que nos íbamos a comer su mercado», argumenta Ramón Paz, portavoz de la Asociación de Productores y Exportadores de Aguacate de México (APEAM). Finalmente, en 2007, el mercado se abrió por completo.
EL SABOR DE LA ‘SUPER BOWL’
Las exportaciones mexicanas rozaron casi el millón de toneladas durante el año pasado, según el Ministerio de Agricultura de EE UU. México no solo es el gran abastecedor del fruto para EE UU. El país latinoamericano es el consumidor número uno de aguacates en el mundo (con siete kilogramos ‘per capita’) y ocupa el primer sitio de la tabla en la producción del alimento. El país azteca (que cosechó casi dos millones de toneladas en 2016) tiene una cuota del 30,9% del mercado global, le sigue Indonesia con una participación del 6,7%, según el Gobierno mexicano. La demanda del aguacate mexicano en EE UU tiene una de sus más altas temporadas durante la fiesta de la Super Bowl. Para este año se exportarán más de 100.000 toneladas durante la última semana de la temporada de la NFL, según la APEAM. España importó en 2015 desde México más de 9.000 toneladas, pero el principal abastecedor del país europeo es Perú, con más de 50% del mercado.
Las exportaciones del aguacate mexicano tuvieron de inmediato un crecimiento exponencial en EE UU. Pasaron de 6.032 toneladas en 1997 a 113.937 toneladas en 2005, según el Gobierno mexicano. La gran demanda de las últimas décadas, dice Paz, se acentuó con la llegada de un número importante de hispanos a Estados Unidos, que ahora representan el 17% de la población con 55 millones de personas. Antes de que México inundara de aguacates el mercado estadounidense, Chile era el principal abastecedor de la fruta, con casi el 60% de las compras, detalla Echánove.
Los grandes beneficiados de las ventas en EE UU han sido los productores de Michoacán, un territorio azotado por la violencia del narcotráfico y donde el aguacate llegó a ser una moneda de cambio para el crimen organizado. A pesar de que la fruta se produce en 28 de los 32 Estados mexicanos, cuatro quintas partes proceden de tierras michoacanas. En 2016, los productores de Jalisco (oeste de México) consiguieron la autorización del Gobierno estadounidense para llevar aguacates del otro lado de la frontera. Sin embargo, dicho permiso quedó cancelado hace una semana, después de que México impidiera la entrada de patatas estadounidenses a su territorio.
Donald y los aguacates mexicanos
Ahora, en un ambiente de tensión entre ambos países, habrá que renegociar. Pero las intenciones de Trump de renegociar el acuerdo del NAFTA y poner un arancel del 20% a los productos provenientes de México pueden frenar sus aspiraciones. «A Trump no le conviene poner una tasa tan alta», dice el representante de la APEAM. «Si lo llega a hacer, el único perjudicado será el consumidor…, trasladaremos el impuesto al precio final», agrega. «Si Trump cumple sus amenazas, tendremos que mirar hacia otro lado del mundo», arremete Paz.
Por ello, los productores miran nuevamente hacia Europa, un mercado olvidado tras la apertura estadounidense. Ahora, menos del 3% de las exportaciones mexicanas se dirigen al Viejo Continente, en donde Francia acapara las compras, seguido de España y los Países Bajos. Japón también está en la mira. En el país asiático, los agricultores aztecas controlan el 80% del mercado, pero sus ventas allí representan apenas el 7% de lo comercializado en el exterior. «Hay gran oportunidad de seguir creciendo», asegura Paz.
La verdadera estrella en este nuevo mapa es China, donde las ventas ascienden apenas a 20.000 toneladas, con un valor de 25 millones de dólares, según la firma de análisis estadístico Trademap. «Tenemos gran esperanza en este mercado», añade Paz. Pero antes de conquistar nuevos territorios, el representante del gremio lanza un órdago: «El Gobierno estadounidense tiene que tomar en cuenta que no hay otro país que no sea México que pueda surtir la demanda en Estados Unidos», arremete.