Ha bastado una semana de Donald Trump en el poder para que las relaciones entre Estados Unidos y México estén ya atravesando su peor momento de las últimas décadas. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha cancelado la reunión en Washington con su homólogo estadounidense para negociar el Tratado de Libre Comercio (NAFTA) prevista para el próximo martes; lo cierto es que estaba política y moralmente obligado a hacerlo en representación del sentir popular en su país, cada vez más ofendido ante los constantes insultos de Trump. Evidentemente, el detonante ha sido la decisión de la Casa Blanca de comenzar a construir el muro y su insistencia en que sea México quien lo pague.
Peña Nieto había intentado hasta ahora mantener buenas relaciones con el gobierno norteamericano, y tenía buenas relaciones para hacerlo: se acerca la re-negociación del NAFTA, un tratado que en sus términos actuales permite una fluidez comercial entre los países miembros que da lugar a cifras de negocio considerables. En este sentido, un reportaje del diario ‘El Confidencial’ presenta el problema con titular inequívoco: «La ‘guerra del muro’ pone en peligro una relación comercial de 500.000 millones». En este mismo reportaje se recuerda que «México dirige el 75% de sus exportaciones hacia Estados Unidos, mientras que el vecino del sur es el segundo destino de las exportaciones estadounidenses (16%), solo después de Canadá (18%) y por delante de China».
En efecto, la llamada «guerra del muro», añade más complicaciones a una situación ya de por si complicada, porque ambos países tienen intereses diferentes con respecto al futuro del NAFTA. México pretende una renegociación favorable del NAFTA, mientras Trump está completamente dispuesto a dejar morir al tratado. El motivo lo ha explicado Trump varias veces: desde que arrancó el NAFTA en 1994, EE.UU. sufre cada año un déficit comercial con México, que actualmente se sitúa en unos 60.000 millones de dólares, según datos recientes.
Un nuevo paradigma
México tiene buenas razones para lamentar la muerte del NAFTA, ya que su economía depende notablemente de la relación comercial con su vecino del norte. Sin embargo, muchas empresas estadounidenses también tendrán que encajarán un duro golpe con el fin del tratado, ya que anualmente exportan alrededor de 200.000 millones de dólares a México.
No parece, en cualquier caso, que eso asuste a Trump. Tal como informábamos recientemente, el presidente de los Estados Unidos ya ha empezado a presionar a los directivos de las grandes compañías automovilísticas de su país para disuadirles de ubicar sus nuevas plantas de producción en otras naciones, como México. Ante esta situación, el gobierno mexicano se ha visto obligado a buscar alternativas, razón por la cual a Enrique Peña Nieto anunció que se buscarán nuevos acuerdos comerciales bilaterales con otros países.
El diario ‘El País’ recoge muy oportunamente una advertencia del historiador mexicano Enrique Krauze: «Tenemos que tomar consciencia plena de la magnitud del problema. Con Trump, nos enfrentamos a un cambio de paradigma. El que había se ha roto, y hay que buscar uno nuevo. Esto puede terminar en una guerra en todos los sentidos, salvo el militar».
Fuente: RT News