El 11 de agosto de 2010, en estas mismas páginas de El Sol de México hacía yo referencia al apoyo solicitado por Felipe Calderón a propietarios y directivos de los medios de comunicación para “alcanzar mejores resultados en la lucha por la seguridad pública”. La reunión de trabajo se efectuó dentro del marco de algo que se llamaba Diálogo por la Seguridad hacia una Política de Estado. Me daba la impresión que el Gobierno desorientado no sabía qué inventar para lograr credibilidad en sus acciones.
Entonces, hace más de 6 años, se pidió a los representantes de los medios considerar cinco propuestas, a saber: adoptar códigos y protocolos de tema en base a experiencias internacionales; promover contenidos que eviten hacer apología del delito; dar seguimiento a deliberaciones y propuestas del tema seguridad pública a nivel nacional; difundir campañas de prevención de la violencia y las adicciones; y permitir que la ciudadanía participe en el debate y proponga acciones a seguir. Todo muy bien, pero era solamente más de lo mismo. ¿No se estaba repitiendo el esquema de las Reuniones Nacionales de Seguridad? ¿No se solicitaba a los medios de comunicación que colaboraran y participaran decididamente? Pues sí, claro que sí, por lo cual yo sospechaba que el tal Diálogo no tenía nada de nuevo.
Leo los comentarios y escritos de Jon Lee Anderson (n.1957), periodista californiano y escritor de varios libros especializados en temas latinoamericanos. Anderson ha sido reportero de conflictos armados en Centroamérica, África y Medio Oriente en los cuales “la gente buscaba cambiar el mundo o por lo menos sus propias vidas”. Hablando de nuestro país dice que “México está en la parte más horrible del capitalismo, mercado llevado a sus dimensiones más brutales. La gente pobre dejó de irse a las montañas con las guerrillas; ahora se va con los cárteles de la droga”.
Hace 40 años, el tráfico o comercio de estupefacientes no existía como un fenómeno sobresaliente. La PGR era la dependencia que registraba y combatía a los productores de marihuana y amapola en regiones muy identificadas y pequeñas, y a los pocos traficantes de las mismas.
Vuelvo a citar a Anderson: “hoy en día el dinero fluye en los estratos más bajos de las sociedades, sobre todo a través del crimen. Los jóvenes rebeldes de hace 60 años decían: vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver. Yo agregaría lo que he escuchado y leído varias veces de quienes declaran, muchas veces con orgullo, trabajar para los cárteles: vivo rápido, soy rico y muero joven, y ya disfruté”.
Finalizo con Anderson: “hay mucho cinismo en México. El Estado nunca ha emergido. El Gobierno, la policía, todos producen desconfianza. Es poco probable que haya confianza en medio de la guerra contra el narco que, desde 2006, ha provocado 22 mil muertos. No sé si fue bueno o malo que el presidente haya preferido la vía militar; lo que sí sé es que tienen una guerra que debe enfrentarse con todos los métodos. Si hay hospitales con el nombre y el apoyo del Chapo Guzmán, ¿qué puede hacer el Gobierno?”
El Gobierno que encabeza Enrique Peña tuvo el pasado 20 de diciembre su Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública dentro de un nuevo contexto y con interesantes propuestas, ofrecimientos e instrucciones. Sería imposible redactar aquí la información de esa Sesión. Pero…aún hay esperanzas.
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