No hace tanto, la potencia de un ordenador se medía por la capacidad de su disco duro y la memoria. Eran épocas en las que la conexión a internet no era tan masiva como lo es ahora y el grueso de los trabajos se llevaban a cabo en él. Pero ahora todo ha cambiado y la nube se ha impuesto con autoridad, hasta el punto que Google optó por presentar una plataforma, Chrome OS, “un sistema operativo hecho para la web” como ellos mismo definen. Ahora, Opera acaba de dar un importante paso en esta misma dirección presentando un prototipo de navegador que rompe moldes con todo lo visto hasta la fecha: Neon.
¿Qué es Neon exactamente? La definición más lógica sería la de navegador, y no cabe duda de que lo es, pero en realidad Opera va mucho más lejos. Esta apuesta ofrece al usuario, en realidad, una interfaz a modo de plataforma sobre la cual los elementos (todos ellos objetos en web), son tratados visualmente como si se tratara de aplicaciones. Este enfoque es exactamente el mismo que el propuesto -con notable éxito, dicho sea de paso- por Google y sus Chromebooks (los portátiles que equipan el sistema operativo en la nube). Y no cabe duda de que tiene sus ventajas.
Lo primero que llama a uno la atención al descargarse Neon es la sencillez y limpieza visual: en la pantalla no hay prácticamente más elementos que un enorme campo de búsqueda desde el cual se inicia la aventura. Opera, en cualquier caso, ha tenido el detalle de dejar al usuario unas burbujas flotando en la parte central de la pantalla con distintas web o servicios muy populares (Facebook, Mashable, etc.) para darnos una pista de cómo funciona exactamente Neon. Desde el punto de vista del usuario, lo más importante será romper los hábitos y esquemas mentales de los navegadores previos: esto es otra cosa.
¿No se han sentido alguna vez agobiados con multitud de pestañas abiertas cuando se está trabajando en algo en concreto? Lo peor no es sólo la sensación de agobio y desbordamiento, sino que también esta disposición consume recursos y el sistema puede ralentizarse. En este sentido, la primera medida de Opera ha sido convertir todas esas páginas abiertas en burbujas que quedan minimizadas en la pantalla sin llegar realmente a molestar. Pero van mucho más allá: Neon ofrece una isla en la parte central de la pantalla en la que podremos colocar las burbujas que con más frecuencia utilicemos.
Es aquí donde Opera combina sabiamente el concepto “pestaña” con el de “aplicación”: Neon trata las webs como aplicaciones y es una inteligente forma de gestionarlas puesto que en realidad, en el 99% de las situaciones trabajaremos con el ordenador conectado a internet. Llegados a este punto y transcurridos apenas unos minutos de uso, el usuario se verá capaz de ir creando sus propias apps con los enlaces que visite con más frecuencia: Facebook, YouTube, el correo en web… lo mejor del asunto es que Neon permite además crear iconos con links específicos, con lo que podríamos tener una burbuja concreta dedicada a los deportes y otra a política de un mismo periódico.
El enfoque enamora en muy poco tiempo para quien realmente quiera sencillez y eficacia en el uso del ordenador, pero además Opera añade a todos estos ingredientes su sello específico: una velocidad de navegación de vértigo que facilita enormemente la experiencia de uso. ¿Defectos de Neon? Bastantes, pero centrados básicamente en el hecho de que se trata de un prototipo de partida sobre el cual se irán añadiendo complementos. Neon no sólo ha llegado para quedarse, sino que además quiere ser el centro de trabajo de su ordenador, hasta el punto que camufla el fondo del navegador utilizando la misma imagen del escritorio, algo que puede llegar a confundir. Esa es la idea, en realidad.
Fuente: El País