El ‘gasolinazo’ del domingo es un atraco.
Así lo perciben miles que han bloqueado calles, carreteras y estaciones de servicio, con apoyo de la mayoría silenciosa ante la impopular contingencia.
Según Hacienda, la medida no es un “madruguete”; todos sabíamos que 2017 iniciaría con la apertura paulatina del mercado de los combustibles. Sí, pero, lo que nadie imaginaba era el tamaño del ‘golpazo’.
Según el gobierno, México es víctima de una desafortunada coincidencia; la apertura se da justo cuando los precios del petróleo cotizan al alza… y el peso a la baja. Es un juego perverso de libre mercado.
A lo de afuera sumemos lo de adentro: escasez y mala infraestructura logística para distribuir combustibles (pingüe negocio para el sindicato), la mínima producción nacional, la máxima importación, la ordeña descarada de ductos, y la corrupción de Pemex. Así, era inevitable que los precios subieran.
El otro problema de fondo es fiscal.
Por cada litro de gasolina o diésel la federación recibe entre 5.50 y seis pesos por la suma del IVA y el Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS), gravamen estrella de la administración pública, con una recaudación que el año pasado superó los 263 mil millones de pesos, 30% más que en 2015. Los impuestos a combustibles es la forma más rápida de obtener dinero para sostener el oneroso gasto público, que en el imaginario colectivo aumenta sin remedio, ejercido por políticos cínicos e infames, que no tienen ‘llenadera’.
Los tecnócratas afirman, que el nuevo esquema generará precios competitivos y pondrá fin a un subsidio tóxico que beneficiaba a la tercera parte de la población con mayores ingresos.
Aunque este dato sea cierto, también es verdad que la eliminación del subsidio y el aumento de precios generará una escalada inflacionaria que pulverizará la meta oficial fijada en 3%. El aumento de precios para la primera quincena de 2017 será brutal y no podrá recuperarse el resto del año. Si bien nos va, este año la inflación podría ser del 4.5%.
Al ‘gasolinazo’, sume la liberalización de los precios del gas LP y los aumentos mensuales a las tarifas eléctricas (Entre 3.7% y 4.5% para la industria y el comercio, y entre 2.6% y 3.5% en hogares de alto consumo), sin descontar mayores costos del transporte… y el kilo de tortilla entre 14.40 y 15 pesos. Viene un alza en todo…
Golpe a golpe, el aumento escalonado de servicios y productos básicos será inevitable e inolvidable para el bolsillo de los mexicanos, lo cual agravará aún más la desazón en tiempos antisistémicos.
Sin duda, el PRI cargará con la culpa. La imagen del partido en el poder se verá afectada en las elecciones en Coahuila, Estado de México, Nayarit y Veracruz; el efecto duradero se extenderá hasta el fatídico 2018.
En el apogeo de la soledad y el desprecio, los tricolores podrían comenzar a escribir un manual sobre cómo perder el poder en el corto plazo; sería todo un memorial para la posteridad.
El feo panorama cuadra a favor de Andrés Manuel López Obrador, quien sabrá capitalizar la coyuntura frente a sus contendientes. Ya lo verá.
No cabe duda, en política nadie sabe para quién trabaja.
EL MONJE CALIENTE: ‘Gasolinazo’ atroz; marca el inicio del año… y el fin del sexenio, en estado de coma. Es un fracaso político estrepitoso. Ninguna explicación ‘cantinflesca’ extinguirá las llamas del encono. Así que, ¡arriba las manos!; este año apenas comienza.