Benjamín Torres Uballe
Intentar justificar lo que no se puede es una tarea que, además de inútil, resulta ignominiosa. Así lo hemos visto por estos días con los funcionarios del gobierno federal, quienes desesperadamente buscan espacio en los medios de comunicación para repetir la cantaleta de que el gasolinazo era indispensable y alabar ad infinitum la valentía del presidente Peña Nieto para llevarlo a cabo.
La veracidad de los argumentos oficiales, no obstante, ha sido rechazada y exhibida por expertos, académicos y ONG. Y todo parte con motivo de la reforma energética, cuando en 2013 el gobierno argumentó con insistencia que no habría más aumentos a la gasolina. Hoy, dichos combustibles aumentaron en los primeros días del año entre 15 y 24 por ciento. Emergió la mentira.
Hay muchas voces discrepantes ante las endebles justificaciones oficiales por el alza a los energéticos, como la del economista Fabio Barbosa, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, quien asegura que el desmantelamiento de la industria petrolera y la no inversión en refinerías, llevando al uso de su capacidad instalada a sólo un 40 por ciento, han sido políticas intencionales para entregar el petróleo nacional a las empresas transnacionales. Grave acusación.
Además, afirma el universitario, el aumento al precio de las gasolinas de hasta 24 por ciento a partir del 1 de enero es una muestra contundente del fracaso de las reformas energética y hacendaria. Asimismo, destacó la contradicción flagrante del discurso oficial. “Todo esto explica la protesta social por todos los rincones del país”. ¿Qué opina el gobierno de ello?
Pero no es el único estudioso del tema que difiere sustancialmente con la decisión adoptada por el mandatario mexicano. “Si las autoridades ya sabían que era insostenible el subsidio a la gasolina, faltó adelantarse al descontento social, a una sociedad cansada de la corrupción y desfalcos entre la clase política, era necesario anticiparse en demostrar su austeridad bajándose el sueldo (mínima solución, pero que daba margen de maniobra) en los tres poderes y en los tres niveles de gobierno”, señala Abraham Isaac Vergara Contreras, coordinador de la Licenciatura en Contaduría y Gestión Empresarial en la Universidad Iberoamericana.
Y a los motivos de los académicos se sumó de forma abierta la negativa de un sector de los empresarios a firmar el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar. La Coparmex, entre otras causas para no suscribirlo, argumentó: “Particularmente, el Gobierno, quien administra los recursos públicos, está obligado a asumir compromisos específicos para mejorar el manejo del presupuesto, eficientarlo, transparentarlo y, en su caso, corregir o castigar su mal uso”. Es decir, acabar con el abuso gubernamental.
El organismo patronal puso el dedo en la llaga. No se anduvo con rodeos y no tuvo empacho en expresar a Peña Nieto su descontento que seguramente comparte la mayoría de la sociedad: “Los mexicanos necesitan urgentemente un liderazgo que ponga la mirada en los temas relevantes, que con serenidad los afronte sin miedo, con cambios de fondo, que genere consensos sociales en todos los sectores. Que verdaderamente coloque a México como prioridad”.
Como se aprecia, nada bien le ha ido al Ejecutivo federal con la triste decisión del gasolinazo. Tampoco con la Casa Blanca, el caso Iguala, los gobernadores ladrones, la devaluación del peso, los dos millones más de pobres en su administración, las gubernaturas perdidas en el pasado proceso electoral, la exigua aprobación a su labor presidencial, en fin, y aún le quedan dos años.
Realmente es una cascada de hechos donde efectivamente, como lo dice la vox populi, parece que todo le sale mal al señor Presidente y su equipo de trabajo. Aunado a esto, el mexiquense comienza a quedarse en la inexorable soledad del poder. Los personajes que aspiran a sucederlo en Los Pinos están en plena carrera, unos de forma abierta y otros agazapados, esperando.
Si bien hubo una época en que Peña Nieto contó con amplias simpatías entre ciertos sectores de la población, la luna de miel pronto se agotó. Entre escándalos, yerros y una pésima estrategia de comunicación social, el también priista número uno del país comenzó una debacle que no acaba de terminar. Tal escenario pone al Revolucionario Institucional al borde del precipicio en el 2018. Pareciera, entonces, que el ansiado retorno al poder del anquilosado dinosaurio habrá sido efímero.
Basta con leer la carta abierta que dirigieron este lunes 9 un gran número de ONG y ciudadanos al Presidente de la República, a los secretarios de Hacienda, de Economía, de la Función Pública y al procurador general, para constatar y reafirmar el profundo hartazgo de la sociedad hacia quienes hoy dirigen de forma errática los destinos de 120 millones de mexicanos:
“La incertidumbre y un creciente descontento social han marcado el inicio del año. Esta situación, que está llegando a un punto insostenible, es derivada de años de mala planeación, corrupción, impunidad e inacción de las altas esferas de poder”, le reprochan con dureza al presidente Peña Nieto.
De igual modo acusan: “Las políticas económicas instrumentadas por el gobierno federal son cuestionadas por la población porque resulta incongruente que se pida asumir las consecuencias de las alzas del combustible, cuando la clase política lucra con sus cargos a través de sobornos, mantiene privilegios o los aumenta con aguinaldos estratosféricos, bonos extraordinarios, viajes, seguros privados, mayores recursos a los partidos, y un enriquecimiento ilícito de los gobernadores, siguiendo la lógica de sólo hacer un uso y abuso del poder para fines privados”. La descripción, además de perfecta, es absoluta e incontrovertible. Del otro lado… silencio.
@BTU15