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La investidura de Trump será la menos concurrida y corta en años

Publicado por
Aletia Molina

Con sólo el 40% de imagen positiva, la jura de Donald Trump como presidente número 45 de este país suscita reacciones encontradas, fiel reflejo de la polarización con que arranca el próximo viernes su intrigante mandato.

Por lo pronto, ya se sabe que prestará el juramento de rigor en la que, posiblemente, sea la inauguración más corta, menos concurrida y con más balcones vacíos de los últimos años.

Muchos temen el carácter que realmente tenga lo que usualmente es una gran fiesta en la ciudad.

Con apenas el 4,1% de votos en Washington (contra el 90,9 de Hillary), los organizadores decidieron acortar de 120 a 90 minutos el tradicional desfile del presidente y su mujer a lo largo de la avenida Pensilvania. Temen que haya demasiadas cortinas cerradas.

Lo que va creciendo, en cambio, son las convocatorias a marchas de protesta y la cantidad de legisladores demócratas que anunciaron su decisión de no asistir a la ceremonia de jura como mensaje de boicot a un presidente al que consideran «no legítimo».

Ayer ya eran más de medio centenar, según el cómputo de la cadena CNN, y el número no dejaba de crecer.

«No pueden hacer eso. Su obligación es asistir y después, en todo caso, expresar desacuerdo», clamaban los republicanos. Pero los jefes demócratas se lavaban las manos.

«Respetamos la decisión individual de cada legislador», dijo el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer. «Hacen política con esto», protestó el número dos de Trump, Mike Pence.

Hace cuatro años, el neoyorquino Schumer fue felicitado como organizador de los actos con que Barack Obama inauguró su segunda presidencia. En una gélida mañana, más de 800.000 personas lo siguieron desde las estribaciones del Capitolio.

Hoy, nadie se anima a vaticinar cuántas estarán con el magnate.

Los que sí lo acompañarán serán Barack Obama y su mujer, Michelle. Ambos recibirán a Trump y a su mujer, Melania, en la Casa Blanca, y de allí partirán juntos hacia el Congreso.

La jura y el primer discurso serán a las 12. Cerca de ellos también estarán la derrotada ex candidata Hillary Clinton y su marido, el ex presidente Bill Clinton.

Ante tanta ausencia anunciada, la prensa acreditada se prepara para crónicas en las que los que no están pesen tanto como los que sí. Algo que los republicanos consideran un «desaire en toda la línea».

Nadie está seguro de cuánta gente asistirá. El clima tampoco parece ayudar: se anuncia lluvia y mucho frío para el viernes: una máxima de 10°C y una mínima de 6°C.

Los hoteles se están reservando al ritmo de la última jura de Obama, en 2012. Pero lo que no se ve hasta ahora son muchos pedidos de permiso para estacionar ómnibus con delegaciones. Sí los hay para la marcha de protesta del día siguiente, lo que suma al nerviosismo del resultado final.

Firmas de lobby y publicidad con oficinas a lo largo de la avenida Pensilvania dijeron que permanecerán cerradas.

La falta de interés hizo cancelar algunas celebraciones populares. Entre ellas, el tradicional baile de la Sociedad de Arkansas, un encuentro que sobrevivió a décadas de presidentes de uno y otro color partidario.

«Buscamos un perfil más bajo», dijo Boris Epshsteyn, director del Comité de Inauguración, un equipo de 350 personas encargado de alistar la celebración. La orden la recibió del presidente electo.

Pero todos apuestan al costado de Trump como hombre del espectáculo.

«La ceremonia de inauguración dice mucho de un presidente. No me sorprendería que el sucesor de Obama busque poner su propio sello desde el primer momento», dijo Tim Naftali, experto en historia presidencial de la Universidad de Nueva York.

«Será una fiesta para gente que trabaja», definió Trump, a la hora de recortar los fastos y, sobre todo, el precio de las entradas para acceder a alguno de ellos.

Pero la polarización está allí y hace blanco en todo. Incluso, en la adolescente que cantará el himno durante la ceremonia.

«Traidora, chupamedias, vendida», está cansada de leer en su página de Facebook Jackie Evancho, la ganadora de un concurso de talento televisivo que aceptó cantar el himno en la jura del magnate. «Jamás creí que viviría esto», confesó.

Mientras los fanáticos de Trump llegan, otros decidieron hacerles sitio. Son muchos los vecinos de la ciudad que decidieron ausentarse durante el fin de semana. «No soporto la idea de verlos por aquí», escuchó LA NACION.

A estas horas, la polarización llega hasta las ventanas de la ciudad del poder.

Fuente: La Razón

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Aletia Molina