El descontento social es tóxico… y amenaza volverse crónico. Lo advierten organizaciones civiles, comentócratas y artistas quienes aseguran que el encono social no cesará mientras el gobierno se niegue a poner fin a la corrupción, impunidad y privilegios de funcionarios públicos, incluidos los poderes Legislativo y Judicial, entidades federativas y municipales.
¿Con qué legitimidad, el poder recomienda asumir las consecuencias cuando la clase política lucra con los cargos públicos, abusa provocando escándalos e incrementa privilegios con aguinaldos y bonos ofensivos?
¿Con qué legitimidad nos suben de golpe el precio de los combustibles, si seguimos manteniendo a gobiernos balanceados entre excesos y abusos, que han cometido desfalcos por 245 mil millones de pesos en diez años, de la manera más descarada e impune?
Preguntar ¿qué hubieran hecho ustedes?, resulta una provocación.
A primera vista, poco alivia el mensaje firmado por gobierno, trabajadores y empresarios (menos la Coparmex) para apoyar a la economía interna, mantener la estabilidad de los precios de la canasta básica, vigilar y sancionar abusos, fortalecer el transporte púbico, mayor acceso a los créditos de la banca de desarrollo (se habla de 18 mil millones de pesos), expandir los servicios del IMSS, migrar al trabajo formal a los grupos vulnerables beneficiarios de los programas sociales, facilitar la entrega de recursos del sistema de ahorro para el retiro a adultos de más de 65 años que no lo han recibido o reforzar acciones en favor de la libre competencia.
“El Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar” parece un catálogo de buenas intenciones, frente a la realidad de la ira desbordada.
Habrá que ver si esas “aspirinas” bajan la calentura provocada por el golpazo del “gasolinazo”, que nos tiene inflamados… y en el grito.
Porque en el fondo la pobreza no es lo que mantiene a miles en las calles, de rodillas, alzando los brazos y entonando el Himno Nacional, alimentando la furia de una mayoría que ha dejado de ser silenciosa. En el fondo, repito, el problema es la desigualdad, el abuso, el agandalle y la falta de solidaridad de una clase política privilegiada, acostumbrada a la buena vida; insensible al sacrificio.
Apenas nos enteramos del despilfarro del Senado para pagar asesores; los miembros de la cámara alta gastaron a septiembre de 2016, 746 millones de pesos, 151 millones más que el año pasado. La Presidencia de la República mantuvo al alza su gasto en renglones como la comunicación (se habla de 8 mil millones de pesos). El gobierno incumplió la austeridad pregonada; el año pasado, el gasto federal programado aumentó más de 3.5%. En alto contraste, hubo menor inversión productiva; el dinero administrado por el aparato oficial no se tradujo en creación de más infraestructura, generación de empleos ni mucho menos generó un mayor dinamismo a la economía a pesar de haberse tomado medidas para recortar el presupuesto debido a la caída de los precios del petróleo.
De veras, los críticos de Peña Nieto tienen razón: “el gobierno del Presidente no entiende que no entiende”
EL MONJE PREGUNTÓN; ¿Por qué la Coparmex no firmó el “acuerdo”? ¿Será que a los patrones los mueve el “bien común”? ¿Porque un consenso no se puede construir en 3 días sobre las rodillas? ¿Porque la situación del país exige un amplio consenso de todos los sectores sociales y no solo debe servir como estrategia de comunicación o imagen pública?… Y EL MONJE DIPLOMÁTICO: ¿Con EU negociaremos con dignidad, inteligencia, sin miedo ni sumisión vergonzosa, como una nación soberana? ¿El puercoespín está listo para dormir junto al oso?