Habían pasado muchos torneos desde que Cruz Azul no tenía una jornada inagural tan reconfortante y esperanzadora. Sí, fue un triunfo apretado (1-0) contra Necaxa; sí, por un gran lapso del juego la intensidad y la propuesta ofensiva de La Máquina estuvo lejos de lo esperado; pero al final de cuentas, el proyecto de Paco Jémez ha comenzado con el pie derecho, y desde la tranquilidad del triunfo es más fácil trabajar para implementar ese seductor estilo que se pretende.
Porque hay que ser francos, el juego que ayer ofreció el Cruz Azul no es para enamorar a nadie. Pero ahí queda el bosquejo claro de lo que pretende el técnico español: un equipo con un alto grado de intensidad, desdoblamiento rápido y dominio total de la pelota.
Por varios momentos los tuvo esta Máquina, sobre todo en los primeros 20 minutos del juego y en algunas partes del complemento, aunque quedó a deber en el último tercio de la cancha, ahí no tuvo claridad ni idea para poder ampliar su ventaja.
Del inicio de esta nueva era lo más rescatable son los tres puntos, de ahí fuera, hay que esperar cómo evoluciona esta Máquina que sigue en construcción.
EL AZUL SE ILUSIONA
Está claro que la afición de Cruz Azul necesita abrazarse a la esperanza de que -por fin- llegarán los tiempos buenos. Los últimos cinco semestres han sido una pesadilla donde este club ha arrastrado sin miramientos su supuesta etiqueta de equipo grande. Por eso la gente cree a ciegas en el naciente proyecto de Jémez.
Ayer, casi llena el Azul para el comienzo del camino (27 mil 566 aficionados), y apoyó como pocas veces se le había visto en años recientes. Es un nuevo comienzo.
En la cancha, el Cruz Azul de Jémez respondió con 20 minutos de buen futbol. Con un 4-2-3-1 ofensivo y sin precauciones, con la titularidad de los refuerzos Ángel Mena y Gabriel Peñalba, así como los bastiones de siempre como Jesús Corona y Christian Giménez.
De Mena surgió la primera de peligro cuando por sector derecho logró ponerse, luego de eludir algunas marcas, de frente a la portería de Barovero, pero su disparo fue retenido por el guardameta argentino.
Pero ahí estaba la idea clara de esta nueva Máquina. Salía rápido y buscaba llegar a la portería rival. Peñalba se erigió en el centro del campo como el mandamás del juego. Pases precisos y gran recuperación de la pelota, dejándole libertad a Baca para que pudiera ir más al ataque.
Cruz Azul fue superior a unos Rayos muy respetuosos, tal vez con la resaca de la Liguilla del torneo pasado, porque no propuso mucho y pareció conformarse con el papel de comparsa.
Eso le importó poco a La Máquina que en un tiro de esquina, con apenas tres toques, encontró el gol del triunfo. Adrián Aldrete recibió la pelota y sacó un zurdazo que sorprendió a Barovero. Premio a la propuesta de Cruz Azul y la victoria se firmaba al minuto 18. Porque después de ello el juego cayó por completo.
REGAÑA HASTA AL RECOGEBALONES
Ahí estaba Paco Jémez, al borde del área técnica, viviendo su primer partido en el futbol mexicano. Durante muchos lapsos traspasó la punteada línea para dar sus indicaciones, al grado de pisar los límites del terreno de juego. Una y otra vez, el español quería estar lo más cerca posible de las acciones. Parecía un león enjaulado.
Jémez caminaba de un lado a otro. Algunas veces tranquilo, otras muy desesperado; ahí estaba su estampa con las manos en los bolsillos o con los brazos cruzados; y esa tensa calma que lo envolvía de golpe se fracturaba cuando venía algún yerro de su Cruz Azul, ahí aparecían los manoteos y los gritos. Quería presión e intensidad.
En el gol fue cauto, mientras la banca celebraba, él llamó a Julián Velázquez para ajustar a su zaga. No quería errores, precisaba de perfección. Por eso, al término del primer tiempo, le propinó una severa reprimenda a un recogebalones que, a su parecer, había tardado mucho en regresar la bola. Jémez le exigió velocidad.
Y ese es el sello que quiere en todos los sentidos. Jémez no quiere pausas, ni siquiera en los baloneros. Su Cruz Azul, en esta primera prueba, dio algunos destellos y nada más.
CON OPTIMISMO
En el complemento Cruz Azul no soltó el mando del partido y aunque Necaxa intentó ser atrevido, nunca pudo inquietar a Jesús Corona.
La Máquina lo intentó, pero las combinaciones no funcionaban en zona de definición. Benítez estuvo errático, Joao Rojas mucho más; el Chaco fue mucho pundonor y hasta ahí. Mena, que había iniciado bie, se perdió por completo.
Sí, Cruz Azul pudo haberse ido con dos o tres goles de ventaja, pero pagó su inconsistencia. Al menos la gente se fue contenta, esperanzada que el bosquejo presentado pronto sea el producto final de un equipo protagonista y aspirante al título.
Luego de tantas tardes malas en el Azul, iniciar con una buena, no está del todo mal; es más, es hasta esperanzador.
Fuente: Milenio