Un sangriento atentado dejó el sábado decenas de muertos en Azaz, ciudad del norte de Siria y fronteriza con Turquía, mientras equipos técnicos se aprestaban a entrar en una zona rebelde cercana a Damasco para restablecer el suministro de agua a la capital.
Al menos 43 personas, en su mayoría civiles, murieron por el estallido de un coche bomba en la ciudad rebelde Azaz, según un balance difundido por el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Los cuerpos están calcinados, lo que está dificultando la identificación, precisó la ONG, destacando que decenas de personas resultaron heridas por la explosión, ocurrida delante de un tribunal islámico de esa localidad, situada en el norte de la provincia de Alepo.
Se trata del peor atentado ocurrido en Azaz, objetivo en varias ocasiones de ataques y ofensivas de los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), que tratan de hacerse con el control de esta ciudad.
Osama al Merhi, abogado presente el sábado en el lugar de la explosión, apuntó al EI. «Este tipo de crímenes solo son cometidos por el grupo terrorista Dáesh», dijo empleando al acrónimo en árabe del EI.
«Son ellos los que atacan a los civiles y los responsables que construyen el país, dijo a la Afp.
El atentado llegaba en el noveno día de un frágil alto el fuego que ha permitido una vuelta a la calma relativa en la mayoría de los frentes, pero no incluye las regiones en manos de los grupos yihadistas Estado Islámico (EI) y Fateh al Sham (exfilial siria de Al Qaida).
Población sin agua potable
En Damasco, unos 5.5 millones de personas se han visto duramente afectados desde hace semanas por una grave penuria de agua debido a los combates incesantes en Wadi Barada, un sector rebelde donde se encuentran los principales puntos de suministro de agua potable para la capital siria. El régimen acusa a los rebeldes de «contaminar con diésel» las reservas de agua y cortar el suministro a Damasco. Pero los insurgentes afirman que los bombardeos del régimen destruyeron las infraestructuras.
Los enfrentamientos continuaban el sábado por la mañana en esa localidad tras haber dejado al menos nueve muertos -siete soldados y dos civiles- durante la noche, según el Observatorio.
No obstante, a primera hora la televisión estatal anunció que varios equipos de mantenimiento habían llegado a la periferia de la zona, situada a unos 15 km al noroeste de Damasco y «estaban preparados para entrar» para comenzar los trabajos. Según una fuente cercana al régimen, los rusos habrían concluido un alto el fuego temporal para permitir las reparaciones.
Negociaciones complicadas
Pero además, la persistencia de los combates, al mismo tiempo, complica la celebración de negociaciones, programadas en enero en Astaná, en Kazajistán, y auspiciadas por Rusia e Irán, aliadas del régimen, y Turquía, que apoya a los insurgentes.
Una decena de grupos rebeldes ya han anunciado que suspenden cualquier discusión con miras a las negociaciones de paz, en respuesta a las «violaciones» por el régimen sirio de la tregua.
Rusia, aliada del régimen de Bashar Al Asad, y fuertemente involucrada en el conflicto desde septiembre de 2015, comenzó a aligerar su dispositivo militar en Siria el viernes.
Turquía, que lanzó en agosto una intervención militar en el país en guerra, está atacando a dos grupos que considera «terroristas»: el EI y los milicianos kurdos, aliados de Washington en la lucha contra los yihadistas. Ankara ha enviado refuerzos a Al Bab, bastión de los extremistas en el norte de Siria, señaló el sábado el OSDH.
Por otro lado, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) una alianza kurdo-árabe apoyada por Washington se acerca a Raqa, capital de facto del EI en Siria y se encuentra a poca distancia de la barricada de Tabqa sobre el Éufrates, según esta ONG.
El conflicto en Siria ha dejado más de 310 mil muertos desde marzo 2011, y ha implicado a beligerantes locales, rebeldes y yihadistas, así como a las potencias regionales e internacionales.
Fuente: La Jornada