Cientos de familias de México y Estados Unidos derribaron muros este sábado y se reencontraron a la mitad del Río Bravo.
Por tres minutos, con rostros cubiertos de lágrimas, se abrazaron luego de años de no verse a causa de las leyes migratorias.
«Abrazos, no muros» es una campaña de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos en contra de la separación de la familias de migrantes.
En esta tercera edición, la primera con el Presidente Donald Trump, participaron 400 familias de ambos lados de la frontera, que en conjunto sumaron unas dos mil personas.
Las familias viajaron desde Nuevo México, Colorado, Arizona, Oklahoma, Nueva Jersey, Georgia, Misuri y California, además de la región de El Paso, mientras que de México acudieron de entidades como Chihuahua, Puebla, Veracruz, Sonora, Sinaloa, Torreón, Zacatecas, Durango y el Estado de México.
Bulfrano García, de 59 años de edad, originario de Ciudad Juárez, pudo ver luego de 27 años a su hermana Aniceta, quien reside en El Paso y con quien se comunica a través de redes sociales.
«Pero no es lo mismo que abrazarla y besarla y decirle todo lo que uno quiere», comentó el juarense de oficio taxista.
«No la había tenido tan cerca como ahorita».
Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, explicó que el abrazo a la mitad del Río representa un momento de esperanza y de amor.
«Porque en vez de construir muros tenemos que hacer esto, tenemos que abrazar a las comunidades y tenemos que reunificarlas», indicó.
Para este evento, dijo, se contó con la autorización de agencias como la Patrulla Fronteriza y la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA).
«Cuando están hablando de construir muros, nosotros estamos facilitando abrazos de familias separadas», afirmó, «el discurso racista, xenofóbico no funciona».
«HugsNotWalls» se leía en una gran manta colocada en la valla del lado de El Paso, Texas, al igual que «Abrazos, no muros» en el lado mexicano.
Sin importar el frío ni el agua helada encharcada del Río Bravo, las familias llegaron hasta el límite fronterizo para sentirse de nueva cuenta.
«Aquí en estos abrazos se ve el sufrimiento y la injusticia como consecuencia del muro entre los países de México y Estados Unidos, y a la vez es una promesa de continuar una resistencia a todas las injusticias en que se promueven cuando quieren promover un muro que es símbolo de racismo entre nosotros», comentó el sacerdote Arturo Bañuelas, de la parroquia de San Marcos, en El Paso, quien rezó antes de iniciar con el reencuentro.
Carlos Spector, abogado de inmigración en El Paso, destacó el esfuerzo de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos de unir a las familias.
«Lo triste de este encuentro es que nuestra comunidad fronteriza ha sido reducida a ser obligada de encontrarse entre el zoquete y el apeste del Río Bravo, de dos países, y es a través de un movimiento político de la Red Fronteriza que obligó a ambos países a permitir esto», indicó.
Sin este evento, Marcos Cobos, de 33 años, no hubiera vuelto a abrazar a su hermana, su sobrino y su cuñado, a quienes no veía desde hace cinco años.
Él cruzó hacia Estados Unidos para obtener un mejor trabajo y sacar adelante a sus familias.
A su vez, María Anselma Domínguez, de 73 años y residente de Ciudad Juárez, pudo volver a ver a sus familiares y conocer a un nuevo bisnieto.
«HugsNotWalls» denuncia políticas de separación y deportación que han desgarrado familias y han dejado a las comunidades americanas en un estado de sufrimiento.
Fuente: Reforma