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Primero y Diez: La terrible conquista de Creta (Una victoria Pírrica)

Publicado por
Héctor García

En el año 272 antes de Cristo, falleció Pirro. Rey de Epiro, a quien la historia recuerda, más que nada por la forma tan catastrófica en que logró sus más sonadas victorias, a partir de entonces toda aquella batalla en la que el ganador sufre tales pérdidas, que más le valía no haber ganado se le llaman victorias Pírricas.

Uno de estos ejemplos es la conquista de la Isla de Creta, por parte de las tropas de la Alemania Nazi, lograda en Junio de 1941. La isla era uno de los últimos bastiones ingleses en la zona de los Balcanes, Hitler ordenó que miles de paracaidistas alemanes fueran desplegados en la isla, un total de 29 mil de ellos intervinieron en la Batalla, debiendo enfrentar a unos 49 mil efectivos, griegos, ingleses. Neozelandeses y Australianos.

Durante 12 días se libró una serie de sangrientas batallas, que terminaron los primeros días de junio, con la capitulación de los griegos y sus aliados, provocando una fenomenal fuga de las tropas británicas de la isla.

Sin embargo, al hacer un balance del costo que había tenido para su ejército la conquista de Creta, Hitler montó en cólera y ordenó que jamás se volviera a intentar algo como lo ocurrido. Y, ¡cómo no! si al final del combate, se pudo dar cuenta que el costo que pagó por dominar Creta fue demasiado alto: decenas de aviones derribados, 23 mil bajas, entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos, 9 buques de guerra hundidos y otros 18 dañados gravemente, ciertamente Creta, era un enclave vital para dominar el Mediterráneo, pero el costo que había debido pagar Alemania fue excesivo: Se trataba de una victoria Pírrica.

Algo similar la pasó a las huestes de los Raiders de Oakland, el domingo pasado cuando recibían a los Potros de Indianapolis, durante 3 cuartos, Oakland hizo gala de ese nuevo poderío que lo llevó de regreso a los playoffs, instancia que no visitaban desde 2002, los de plata y negro dominaban a unos Potros indefensos, con un abultado 33 a 14, todo era alegría en las tribunas para la nación Raider, cuando de pronto en una jugada de finta y pase, su Mariscal de Campo Derek Carr, roló hacia su derecha, tratando de encontrar un receptor desmarcado cuando de entre los jerseys negro-plata surgió la camiseta blanca con el número 58 del defensivo Trent Cole, quien cayó encima del QB forzandolo girar la pierna en forma terrible, el gesto de preocupación de Carr y el hecho de permanecer en el suelo sin incorporarse hizo temer lo peor y efectivamente, Carr se había fracturado el Peroné en la acción, lo que lo deja fuera por el resto de la temporada.

Justo ahora, que Carr y los Raiders estaban teniendo su mejor campaña de este milenio, el mariscal de campo, mostraba madurez y temple, su línea ofensiva estaba trabajando bastante bien, su defensa había levantado la mano también, en suma, era una temporada de ensueño para los Raiders, quienes se encuentran ya calificados a la postemporada y disputando bravamente a los Patriotas de Nueva Inglaterra el sitio uno de la Conferencia Americana, que les aseguraría recibir todos los partidos en casa.

Que pésima noticia para la nación Raider, perder a su hombre más valioso, justo en vísperas de iniciar los Playoffs, en la temporada en que todo mundo comentaba “¡Los Raiders, están de regreso!”, todo ello se encuentra en vilo, ante la ausencia de Derek Carr, las esperanzas de los de Plata y Negro, están puestas sobre las frágiles espaldas del novato Matt Mc.Gloin, quien debe asumir la responsabilidad de guiar a los “Malosos” en su primera incursión a playoffs en más de una década, ¡tarea nada fácil!.

Jack del Rio, headcoach de Raiders dispondrá tan sólo de una semana (tal vez tres, si Oakland logra retener el número 2 o conquista el liderazgo de la conferencia) para tratar de que Mc.Gloin llene los enormes zapatos que quedaron al lado de la camilla que llevó a Carr al hospital.

Ante un panorama tan adverso y negro, no dudamos que Jack del Rio mirará tristemente hacia el campo de batalla y lanzara un profundo suspiro igual que lo hiciese hace 23 siglos el Rey Pirro, para finalmente musitar: “Otra victoria como ésta, y seguramente tendré que regresar solo a la casa”

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Héctor García