La canciller alemana, Angela Merkel, afirmó en su discurso de Año Nuevo mirar con optimismo hacia 2017, pese a la “dura prueba” infligida al país por el terrorismo islámico y a la “incisión” que supondrá para Europa la decisión de uno de sus miembros de abandonar el bloque comunitario.
El terrorismo islámico tenía a Alemania “desde hace años en su punto de mira” y los atentados cometidos en 2016 fueron “sin duda”, la más dura prueba que afrontó el país ese año, apunta Merkel, en el tradicional mensaje a sus ciudadanos.
La canciller alude ahí explícitamente tanto a los dos ataques del pasado julio en Baviera como al cometido contra el mercado navideño de Berlín, el pasado día 19, con un saldo de doce muertos y medio centenar de heridos.
Fueron pruebas muy “amargas”, porque además quienes los cometieron eran personas que “llegaron a nuestro país supuestamente pidiendo protección”, recordó, en alusión a que en los tres casos sus autores habían entrado en Alemania como solicitantes de asilo.
La razón de su optimismo, “en medio del profundo dolor por los muertos y heridos”, está en la reacción serena de la población, prosigue la canciller, para quien la respuesta que corresponde dar a los terroristas es decirles: “Ustedes son asesinos llenos de odio, pero no van a decidir sobre cómo vivimos y queremos vivir”.
Merkel alude a continuación a las imágenes que llegan a diario “por ejemplo, de Alepo“, en Siria, para sostener que Alemania va a seguir brindando protección a “quienes realmente la precisan” y a trabajar por integrarlos en su sociedad.
“Muchos relacionan el año 2016 con la sensación de que el mundo se ha desarticulado”, prosigue, para entrar en asuntos globales, como la pérdida de valores o que se llegue a cuestionar la democracia parlamentaria, como sistema político.
Europa está pasando por pruebas muy duras, como será tener que aceptar la escisión de uno de sus miembros -en alusión al Reino Unido-, ante la que la respuesta debe ser “concentrarse más en lo que puede dar de sí Europa” que en pensar en “salidas nacionales en solitario”.
Merkel alude finalmente a las elecciones generales previstas para septiembre de 2017 -en las que optará a la reelección para el que sería, de ganar los comicios, su cuarto mandato- y se compromete a participar “con pasión” en esa “confrontación política”, sin perder de vista que “somos demócratas, al servicio del ciudadano”.
La canciller cierra su discurso recordando la posición de solidez económica de disfruta el país y haciendo apostolado por la “economía social de mercado” como fórmula para “manejarse” con éxito ante crisis y procesos de cambio sociales.
Alemania es una “democracia abierta y cohesionada”, también al fin de un año difícil, como ha sido 2016, razón en la que, termina Merkel, se apuntala su optimismo ante el futuro.