Terminan 12 meses que serán recordados como los del triunfo del desamor, de Brangelina a Johnny Depp y Amber Heard.
El año que está a punto de terminar amaneció con una triste noticia: la inesperada muerte de David Bowie. Fue la primera de las que sorprenderían a lo largo de un 2016 negro para la industria de la música y el entretenimiento: Prince, Leonard Cohen, Alan Rickman, Gene Wilder, Zsa Zsa Gabor… La de Bowie desvió por un instante la atención del boicot a unos premios Oscar demasiado blancos que, a su vez, casi habían conseguido restar protagonismo a uno de los momentos que los fans y la industria más tiempo llevaban reclamando: el Oscar a Leonardo DiCaprio.
Pero Leo lo ganó. Consiguió su foto, su estatuilla grabada y su momento para dar un discurso medioambiental y político. Un adjetivo este último con el que también podría resumirse este año. Hollywood se dividió primero por sus candidatos demócratas: eran de Bernie o de Hillary. Se decidieron por Hillary. Lena Dunham, Katy Perry, Beyoncé y hasta las Kardashian apoyaron a la que podría haber sido la primera presidenta de Estados Unidos.
No creyeron que Donald Trump fuera a ganar jamás. Y Lady Gaga y Madonna se echaron a las calles a protestar. Incluso algunos diseñadores de moda lanzaron su particular queja, amenazando con que jamás vestirían a la inminente primera dama, Melania Trump. Una mujer que, tomando prestados discursos de su antecesora y con un pasado de portadas de revista, ha acabado por conquistar a la prensa sensacionalista por oposición al carisma de Michelle Obama.
Ambas han sido protagonistas de este 2016. Un año que se podría cerrar con un titular: el triunfo del desamor. O el final del amor. El año de las parejas rotas. Johnny Depp y Amber Heard fueron los primeros en anunciar su divorcio, mediático y complicado. La actriz le acusó de malos tratos, apareció ante la prensa con la cara amoratada y se filtró un vídeo de una sonora pelea. Sin embargo, y aunque parecía que el divorcio iba a prolongarse, en poco más de tres meses llegaron a un acuerdo: el actor pagaba, Heard retiraba los cargos.
Su divorcio se anunciaba como el más sonado de 2016, pero solo un mes después los cimientos de Hollywood se tambaleaban viendo caer a una de sus parejas más estables y envidiadas, prácticamente la de a quien llamaban sus reyes: Brad Pitt y Angelina Jolie volvían a recuperar identidades separadas; Brangelina se desintegraba. Y, de nuevo, con una acusación de maltrato de por medio, pero contra uno de los hijos del matrimonio, el mayor, Maddox. El intérprete fue investigado hasta por el FBI por un supuesto incidente mientras la familia entera volaba en un jet privado de vuelta a casa. Los rumores se desataron: adicciones de Pitt, infidelidades de Pitt… Su divorcio, los juicios y sentencias aún protagonizarán el nuevo año.
La separación de Brangelina será la gran ruptura de este 2016 negro, y dejó en migajas la de Diane Kruger y Joshua Jackson o Naomi Watts y Liev Schreiber; o incluso las dos que protagonizó Taylor Swift en cuestión de meses: primero con el DJ Calvin Harris, con quien formaba la pareja más poderosa de la música, y, después, con Tom Hiddleston, ese romance de verano que levantó titulares y ampollas. Quizá en su siguiente disco, Swift hable sobre este año de desengaños, como lo hizo Beyoncé con su Lemonade, el álbum/película/evento en el que parecía acusar públicamente a Jay-Z de una infidelidad “con Becky, la mujer de pelo bonito”. Aunque la diva sobre lo que quería poner el foco era en las injusticias raciales y el empoderamiento femenino.
Fuente: El País