Todo indica que la elección podría tener un final muy volátil y hasta disputado, o podría culminar sin gran suspenso.
Hay argumentos para ambos escenarios; de hecho, el juego de los medios y los expertos ahora es ofrecer miles de posibles escenarios para el próximo martes.
En el concurso para acumular los 270 votos necesarios en el Colegio Electoral –en el peculiar sistema estadunidense– para ganar la presidencia, al final todo depende de unos cuantos estados que están en juego (la mayoría ya están en la columna de triunfo de uno u otro, aunque puede haber sorpresas).
En este constante cálculo de la ruta al triunfo se afirma que, por ejemplo, si Clinton gana Florida se acabó el suspenso y es presidenta. Si pierde Florida y Ohio –los estados más grandes de los que están en disputa–, pero gana Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Virginia, ella tiene las llaves de la Casa Blanca.
Por otro lado, se afirma que Donald Trump no puede ganar sin conquistar Carolina del Norte o Pensilvania. Hay otros escenarios más, muchos, que colocan a Carolina del Norte como clave. Los mapas y los argumentos sobre las combinaciones dejan mareado a cualquiera, y así seguirá así hasta el último minuto.
El panorama actual no ofrece claridad sobre cómo están las cosas y, por tanto, la especulación impera en el ciclo de noticias de 24 horas, y los que prestan atención pueden volverse locos con los argumentos a favor o en contra, todo vestido de estadísticas.
A la industria mediática le interesa resaltar los escenarios más dramáticos y mantener el suspenso. Igual, los estrategas de las campañas buscan manipular lo que declaran para sus fines electorales (por ejemplo, no les conviene decir lo que tienen ganado, porque desmovilizan a sectores), pero entre todo ese caos es difícil saber a qué apostar.
Para los que argumentan que todo va a acabar sin drama y Clinton ganará los estados claves necesarios –tiene más combinaciones favorables que su contrincante–, el mejor indicador, insisten, no son los miles de sondeos ni el impacto de múltiples escándalos, sino los factores fundamentales en toda elección presidencial: una economía que está mejorando y un presidente con un alto nivel de aprobación.
Pero otros –casi sin aliento al explicar cómo los infinitos sondeos podrían implicar casi todo, desde un aplastante triunfo de Clinton hasta su derrota por una ola insurgente en favor de Trump– indican que el hecho de un empate en la recta final permite que cualquier error mínimo en los sondeos, o una expresión no detectada en el electorado, o que los ya pocos indecisos, sea un factor que cambie todo.
Nate Silver, el experto en modelos de pronóstico y estadísticas del sitio FiveThrityEight, afirma que en su modelo Clinton sigue con 65 por ciento de probabilidad de triunfo, y en su promedio de los principales sondeos mantiene una ventaja de 3 por ciento, o sea, dentro del margen de error, es decir, empate virtual, pero con ventaja para ella.
Sin embargo, hay fragilidad a nivel estatal, donde se están tambaleando algunas partes de su fortaleza. Por tanto, Silver concluye: No está claro que las cosas estén empeorando para Clinton, pero tampoco está claro que estén mejorando y, por tanto, un giro de sólo un punto tendría implicaciones serias.
En una contienda tan cerrada los indecisos podrían tener todo en sus manos. Según los cálculos hay un 5 por ciento de indecisos que provocan un poco de caos en los escenarios; si una votación es extremadamente cerrada en Ohio, Florida o Carolina del Norte, esos cuantos pueden ser la diferencia.
Mientras, los movimientos de último momento en el tablero electoral siguen mostrando dónde ambas campañas creen que está la clave. Con base en los itinerarios de los candidatos y sus compañeros de fórmula o representantes de alto perfil, estos son los estados donde podría determinarse el resultado final: Florida, Pensilvania, Carolina del Norte, Nueva Hampshire, Arizona, Ohio, Michigan, Colorado y Nevada.
Clinton necesita la artillería pesada para generar apoyo para su elección. Ayer en Cleveland, Ohio, una de las parejas con mayor brillo en el mundo del espectáculo, Jay Z y Beyoncé, la acompañó en un concierto en apoyo de la campaña demócrata. Hillary regresará a ese estado clave, anunció su equipo, para continuar su campaña acompañada por LeBron James, la estrella de los Cavaliers, el equipo de basquetbol de esa ciudad que ganó el campeonato nacional.
Los Clinton continuarán visitando varios de los estados claves. El ex contrincante demócrata Bernie Sanders continúa participando en actos para apoyar a Hillary, pero, más que nada, promoviendo la oposición a Trump; ayer estuvo en Iowa y por la noche con Clinton en Carolina del Norte.
La campaña demócrata culminará con el presidente Barack Obama y su esposa Michelle en un magno acto en Filadelfia. El presidente realizó actos de apoyo en Carolina del Norte, sobre todo instando a la participación de los jóvenes, los afroestadunidenses y a toda la coalición que lo apoyó, invitándolos a defender su legado al elegir a Clinton.
Trump, en Pensilvania, reiteró su mensaje contra la corrupta. Afirmó que ella desea fronteras abiertas, mientras él ha prometido que en su presidencia cuantos inmigrantes indocumentados sean capturados serán encarcelados, primero por cinco años, después 10. No regresarán, creánme. Y por supuesto lanzó su pregunta retórica: ¿Quién pagará por el muro?, con la respuesta automática de sus seguidores: México, aunque poco después aseguró: Tendremos mejores relaciones con México.
Tal vez lo más preocupante de esta coyuntura es que en los cálculos electorales Trump nunca ha estado más cerca de la presidencia que en este momento, indicó Phillip Bump, del Washington Post.
Más allá de las campañas, se han multiplicado los esfuerzos antiTrump (pero no necesaria o explícitamente por Clinton) en cruzadas para promover el voto y en ataques directos al abanderado republicano. Entre estos está el proyecto de 30 días, 30 canciones a favor de un Estados Unidos libre de Trump, incluso algunos elaborados desde América Latina y por supuesto mensajes de actores y el trabajo vital de moneros.
La portada de la próxima edición de The New Yorker lo dice todo: un dibujo de un pasajero en el Metro leyendo un periódico cuyo titular principal dice Oh, dulce Jesús, por favor, Dios, no, y otra más abajo que dice Cualquier cosa menos eso y al final No puede ser!
Fuente: La Jornada