El Papa Francisco cerró hoy la “puerta santa” de la Basílica de San Pedro clausurando así el Jubileo Extraordinario de la Misericordia y llamó a los católicos a no sucumbir ante “la atracción del poder”.
Antes de iniciar una misa en la cual participaron miles de personas en la Plaza de San Pedro, el Papa se dirigió ante el gran portón ubicado en el extremo derecho del atrio de la basílica vaticana y personalmente, después de unos minutos de silencio, lo cerró.
De esa manera concluyó formalmente el año santo, cuyo ícono más importante es esa puerta que –según la tradición de la Iglesia- permite a quienes la atraviesan recibir el perdón de sus pecados. Este año pasaron por ella más de 20 millones de personas, de acuerdo a cifras del Vaticano.
Luego, en la celebración eucarística, Francisco reconoció que muchas veces los católicos buscan “las seguridades gratificantes que ofrece el mundo” e incluso los obispos y cardenales han sido tentados “a bajar de la cruz”.
“La fuerza de atracción del poder y del éxito se presenta como un camino fácil y rápido para difundir el evangelio, olvidando rápidamente el reino de Dios como obra. Este Año de la misericordia nos ha invitado a redescubrir el centro, a volver a lo esencial”, estableció.
“La misericordia nos exhorta también a que renunciemos a los hábitos y costumbres que pueden obstaculizar el servicio al reino de Dios; a que nos dirijamos sólo a la perenne y humilde realeza de Jesús, no adecuándonos a las realezas precarias y poderes cambiantes de cada época”, añadió.
Más adelante estableció que la “memoria de Dios” no es como la de los hombres, porque él borra por completo y para siempre el pecado, olvida el mal realizado y no lleva cuenta de las ofensas sufridas.
Al finalizar la celebración, el líder católico firmó un nuevo documento de título “Misericordia et misera”, que pretende dar seguimiento al tema de la misericordia más allá del Año Santo y cuyo contenido será presentado este lunes 21 de noviembre.
En representación de todo el mundo un cardenal, un obispo y varias personas recibieron la primera copia de la carta apostólica, entre ellos dos religiosas mexicanas.
Entre los celebrantes que acompañaron al Papa Francisco destacaron los nuevos cardenales a quienes él mismo entregó, la víspera, el birrete colorado. Entre ellos el nuevo purpurado mexicano Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla.
Fuente: Crónica