Provocador hasta el final de las elecciones de 2016, Donald Trump expresó dudas el martes acerca de la integridad del sistema electoral estadounidense en el mismo momento que depositaba su boleta.
El aspirante republicano a la Casa Blanca se negó a decir si reconocerá su derrota en caso de perder, y en cambio expresó temor de que podría haber fraude, dos declaraciones que apuntan a los cimientos mismos de la democracia: las elecciones libres e imparciales y la transferencia pacífica del poder.
En cuanto a sus posibilidades, se mostró optimista al aludir al «tremendo entusiasmo» de sus seguidores.
Pero se limitó a responder «veremos qué sucede» cuando los periodistas le preguntaron si reconocería su derrota en caso de que la prensa proyectara una victoria de Hillary Clinton. En cuanto al fraude electoral, dijo que es una «preocupación constante».
El candidato fue acompañado por su esposa Melania, su hija Ivanka, su yerno Jared Kushner y su nieta Arabella a votar en una escuela pública en Manhattan. La gente en las aceras lo abucheó con fuerza frente a la escuela, donde el acceso estaba cerrado por barricadas policiales.
No hay pruebas de fraude generalizado en las elecciones estadounidenses. Estas denuncias se han convertido en parte habitual de las declaraciones de Trump sobre unas «elecciones amañadas», un argumento central de un candidato ajeno a la política que ha desafiado reiteradamente las normas.
Trump pasará el resto del día a puertas cerradas en una recepción con familiares y amigos en el rascacielos de Manhattan donde vive y trabaja. Hacia la noche se dirigirá al hotel donde tiene previsto su festejo.
Su último mensaje a los votantes: «Devolver la grandeza a Estados Unidos. Eso es todo. De eso se trata».
Fuente: Azteca Noticias
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