Para un soldado –de cualquier ejército y cualquier nacionalidad– su máxima obligación es proteger a su país de cualquier amenaza que ponga en riesgo el bienestar de su patria y de su población. No importa cuál sea el frente de batalla, debe estar dispuesto a dar la vida para combatir al enemigo, sea extranjero o nacional.
Roberto Vivar, un veterano del Ejército de los Estados Unidos, tiene claro que el enemigo más grande que enfrenta ese país es el candidato republicano a la presidencia. “Para nosotros Donald Trump es un peligro para Estados Unidos, es un peligro para el mundo, y sobre todo un peligro para toda nuestra gente indocumentada.”
A pesar de haber servido en el ejército de los Estados Unidos, Vivar fue expulsado hace tres años del Estados Unidos, pues nació en México y emigró cuando era un niño. Al momento de enlistarse la milicia estadounidense le prometió concederle la ciudadanía, pero esa promesa nunca fue cumplida.
Ahora forma parte de una red de veteranos deportados extendida alrededor del mundo, que siguen luchando por aquel juramento que hicieron cuando ingresaron a las fuerzas armadas.
Contra este enemigo no lidian con las armas sino con teléfonos, haciendo llamadas a los votantes registrados en distintas ciudades de los Estados Unidos, para convencerlos del riesgo que representa Donald Trump de resultar vencedor de los comicios este martes 8 de noviembre.
— Hola señorita Álvarez, le estamos llamando porque como bien sabe esta elección es muy crítica para nuestra comunidad hispana, con todas las acusaciones y todo el odio que tienen Donald Trump hacia nuestra gente, pues es muy importante que estemos unidos y que sea seleccionado un presidente que nos vaya a ayudar en lugar de destruirnos- explica amablemente Vivar, con una voz suave y pausada, muy ajena a la voz de mando que entonaba durante sus años marciales.
— El motivo de la llamada es para ver si podríamos contar con su voto para la señora Hillary Clinton ahora en la elección de este martes, ¿podremos contar con su voto este martes para la señora Clinton?-continúa, pero persuasivo.
— Pues eso no se puede decir oiga- le responde Álvarez, con la persistencia a la privacidad que caracteriza a los votantes latinos.
— No se preocupe, nosotros respetamos su decisión y su privacidad. Solamente le queríamos solicitar que antes de que hiciera su voto viera bien usted quién es el mejor candidato para usted, para su comunidad, para la gente hispana, para todo el pueblo de los Estados Unidos- insiste el Veterano, mientras voltea con una sonrisa hacia su compañero de armas, Héctor Barajas, gustoso de sentir que ha logrado convencerla o al menos reafirmar su decisión.
Los veteranos realizan su campaña política desde una pequeña oficina que mantienen en la ciudad de Tijuana y apodan “El Bunker”. Rodeados de banderas estadounidenses, insignias militares y panfletos informativos sobre los procesos de apelación a las órdenes de deportación.
Ahí atienden a otros mexicanos que sirvieron el Ejército, la Fuerza Aérea o la Marina estadounidense y que fueron expulsados hacia México. En la medida que les es posible, les brindan asesoría jurídica y el apoyo emocional que necesitan para no desplomarse psicológicamente cuando son deportados hacia México, un país que la gran mayoría no conocía, pues al igual que Vivar, fueron llevados desde niños y nunca pudieron regresar porque su situación migratoria no se los permitía. Extranjeros en su propia patria y rechazados por un país al que juraron proteger.
Aunque algunos puedan sentirse traicionados por el Gobierno de los Estados Unidos, el clima político y la retórica antiinmigrante, xenofóbica y de desprecio hacia el pueblo mexicano de Donald Trump los han motivado a cerrar filas para impedir que llegue a la presidencia.
“Es algo que a uno como mexicano lo enfurece, porque sabemos que nuestra gente en lugar de ser un cargo para el pueblo de Estados Unidos, ha sido algo muy positivo y productivo, que ha ayudado a que Estados Unidos sea el país que es”.
Roberto Vivar está consciente de la contribución laboral y tributaria que aportan los 5.8 millones de mexicanos indocumentados, así como los más de 11 millones de extranjeros con situación migratoria irregular, que viven y trabajan en los Estados Unidos, de acuerdo con las cifras del Centro de Investigación Pew.
LA LUCHA DE LAS MADRES DREAMERS
A la causa se ha sumado una organización de madres de familia conocida como «Dreamer Moms». Esta organización se extiende en distintas ciudades de México y Estados Unidos y la componen mujeres extranjeras con hijos estadounidenses que han sido deportadas o tienen órdenes de deportación, que luchan por cambiar las normas migratorias estadunidenses para reunificarse con sus familias o evitar ser expulsadas del país y separadas de sus familias.
Yolanda Varona encabeza al grupo de Dreamer Moms de Tijuana, y apoya la campaña de concientización política dirigida por la organización estadounidense Move On. Esta asociación política sin fines de lucro ha montado una plataforma informática que les permite enlazarse a través de sus computadoras conectadas a internet, a los votantes registrados y hablar con ellos vía telefónica, para persuadirlos que voten a favor del Partido Demócrata.
“No estamos recibiendo ninguna aportación de ningún partido político o de ninguna organización, lo hacemos a título personal para incitar a la población s que no voten por Donald Trump”, cuenta Yolanda.
Inicialmente los veteranos y las madres deportadas comulgaban más con las propuestas y la ideología política del demócrata Bernie Sanders, que con las de Hillary Clinton. Sin embargo han decidido apoyar a la Candidata, pues ha prometido una reforma migratoria en los primeros 100 días de su gobierno, además de que es la única alternativa viable para detener a Donald Trump.
Cada tarde a partir de las 16 horas, los activistas ocupan sus escritorios, encienden sus computadoras y se conectan a la plataforma de Move On, la cual les proporciona una lista de votantes con sus nombres y ciudad de residencia, y los va enlazando automáticamente con sus teléfonos móviles.
Vivar asegura que aunque se encuentren en el extranjero, “este tema nos llega a casa, porque nuestras familias están en Estados Unidos”. Consternado, toma de nuevo su teléfono y continúa su labor de convencimiento, decidido a combatir a su enemigo.
“Necesitamos empujar el voto latino, no importa que estemos deportados, todos tenemos un familiar en Estados Unidos con el privilegio de votar. En esta ocasión le estamos dando un voto de confianza a Hillary Clinton, esperemos que ella cumpla su promesa de promover una reforma migratoria integral”, concluye Yolanda Varona.
Fuente: LSR