El 20 de abril de 1992, el estadio londinense de Wembley se convirtió en un mar de lágrimas. Allí, 72.000 fans -a los que se sumaron alrededor de mil millones de telespectadores- rindieron homenaje con un concierto de despedida a una estrella irrepetible: Freddie Mercury.
Cinco meses antes, el legendario cantante de Queen fallecía a causa de una bronconeumonía complicada por el sida. Hoy se cumplen 25 años sin él. Inolvidables son las giras de Queen con macroconciertos ante centenares de miles de fans. El más bien tímido Mercury, con su poblado bigote y su dotada dentadura, se transformaba sobre el escenario en un derviche que bailaba con el torso desnudo, el puño alzado al cielo y el soporte del micrófono acompañándolo a todas partes.
El público lo adoraba, afirma su biógrafa, Lesley-Ann Jones. «Era lo que necesitaba, un público enorme que estuviera en perfecta armonía con él. La música liberaba a Freddie». Tan extravagantes como sus actuaciones sobre las tablas, con una puesta en escena como la de una ópera rock, era su vida privada. «Su pesadilla era encontrarse el dormitorio vacío», contó una vez un amigo. Tanto sus amistades como sus fans especularon una y otra vez sobre su orientación sexual, pero Mercury nunca dijo una palabra al respecto. Quizá temiera que sus muchos fans conservadores pudieran darle la espalda.
No obstante, sí dio algunos indicios. En el videoclip de ‘I Want To Break Free’ aparece, al igual que el resto de miembros de la banda, vestido de ama de casa. Y para muchos, ‘Bohemian Rapsody’ (1975) es una sutil salida del armario. A Mercury le costaba cantarla en público. «Creo que perdería su ‘mythos’ y arruinaría una especie de mística que la gente ha creado en torno a ella», argumentó. Puede que sea precisamente por eso, y por su polifacética construcción musical, por lo que fue elegida mejor canción de todos los tiempos.
Mercury nació el 5 de septiembre de 1946 en el entonces territorio británico de Zanzíbar (actualmente perteneciente a Tanzania) con el nombre de pila de Farrokh Bulsara. Su familia, de origen indio, decidió enviarlo con ocho años a un internado cerca de Bombay para que tuviera una mejor educación. Estaba tan lejos que sólo podía ver a su familia una vez al año, con un largo viaje en barco. No sorprende, afirma su biógrafa, que el escenario se convirtiera en su mundo, pues estaba «trastornado, lastimado y permanentemente en busca de atención». Su familia practicaba el zoroastrismo, una fe que consideraba la homosexualidad como un grave pecado.
A comienzos de los 60 estalló una revolución en Zanzíbar y la familia huyó a las afueras de Londres, donde había una comunidad zoroastrista. Freddie era un joven formal pero ambicioso que pronto entró a formar parte del ‘Swinging London’. Descubrió a Jimi Hendrix, dio rienda suelta a su pasión por la ropa extravagante y abrió un stand en los legendarios almacenes de Kensington Market. En 1970 fundó la banda de rock Queen con Brian May a la guitarra y Roger Taylor en la batería. El bajista John Deacon se sumó más tarde.
Su explosiva combinación de teatralidad y heavy rock hizo saltar por los aires todas las fronteras del género. Con todo, Mercury ocultó su exótico origen y fue lo más «british» que pudo. Cuatro años más tarde llegó el éxito internacional con el hit ‘Killer Queen’, aunque fueron los himnos ‘We Will Rock You’, ‘Don’t Stop Me Now’ y ‘A Kind of Magic’ los que los convirtieron en millonarias superestrellas. Queen llenaba estadios de todo el mundo y sobre todo Freddie empezaba a ser conocido por su estilo de vida decadente.
A finales de los 80, Mercury se retiró a su lujosa mansión de Kensington -con 24 habitaciones- y sólo se lo vio salir, visiblemente delgado, para ir al médico. Por supuesto, la prensa amarilla especulaba, pero el cantante de 45 años no reconoció que estaba enfermo de sida hasta un sábado de noviembre de 1991. «Ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo sepan la verdad», dijo disculpándose por el silencio.
Al día siguiente, el 24 de noviembre, falleció. En el ‘Freddie Mercury Tribute Concert’ del estadio de Wembley actuaron el resto de miembros de Queen y estrellas como Metallica, Elton John o Roger Daltrey. Los ingresos fueron destinados a la lucha contra el sida. El momento más emocionante de la noche lo marcaron David Bowie y Annie Lennox, que cantaron por primera vez en directo ‘Under Pressure’. Aunque ya en vida Mercury fue una súper estrella, tras su muerte llegó el zénit de la fama y Queen vendió más discos que nunca.
Fuente: El Mundo