Yo creo que es más factible que Hillary Clinton gane la elección presidencial en Estados Unidos debido a tres factores: (1) Voto electoral. Ahora que nos encontramos más cerca de la elección, las encuestas muestran un número significativamente mayor de estados con un mayor número de votos electorales a favor de Hillary (205), que a favor de Trump (165), en donde se necesitan 270 votos para ganar la elección presidencial; (2) opinión negativa. Como comenté en este mismo espacio con anterioridad, considero que este es uno de los factores por los cuáles ganará Hillary al tener un menor porcentaje de los votantes registrados que guardan una opinión negativa de ella (43.3 por ciento), vs. Trump (53.9 por ciento) (“¿Por qué no va a ganar Trump?”, 17 de mayo). ; y (3) dinero.
En la gran mayoría de las elecciones presidenciales en EU desde los setentas, ha ganado el candidato que ha podido reunir mayor dinero para su campaña. En esta ocasión, los reportes más actualizados registran que Hillary ha podido reunir más de tres veces lo que ha podido juntar Trump para gastos de campaña.
No obstante lo anterior, quiero compartir mi visión sobre qué considero que ocurriría si Donald Trump llegara a ganar la elección. La mente humana tiende a bloquear pensamientos que tienen que ver con resultados catastróficos. Existe una gran cantidad de estudios neuropsicológicos en los que existe amplia evidencia que demuestra que el ser humano prefiere evitar pensamientos relacionados con eventos que tienen un resultado muy negativo y una baja probabilidad de ocurrencia (e.g. caída de un aerolito o un rayo, terremotos). Sin embargo, por el lado positivo considero que una victoria de Trump no sería tan catastrófica como podría parecer a la luz de los comentarios que hace en su campaña, sobre todo los relacionados con nuestro país y por el lado no tan positivo creo que la probabilidad de que gane no es baja. En el espacio que resta, me gustaría comentar lo que creo que puede ocurrir –particularmente en lo relacionado con México-, en tres episodios de tiempo: (1) De aquí al día de la elección (martes 8 de noviembre); (2) del día en el que sepamos el resultado de la elección –si ganara Trump-, al día en el que tome protesta como Presidente (20 de enero); y (3) del día que tome protesta en adelante.
(1) Los próximos 35 días. Independientemente del resultado de la elección, considero que viviremos “al filo de nuestros asientos” debido a que es muy probable que las encuestas de intención de voto (popular, no electoral) favorezcan un triunfo de Donald Trump o al menos que la ventaja de Hillary Clinton sobre Trump sea muy pequeña. Considero que en este periodo serán las variables financieras, principalmente el tipo de cambio peso-dólar, quienes absorban el impacto.
(2) Del 8 de noviembre al 20 de enero. En mi opinión, este es el peor momento para México (y tal vez para el mundo), bajo el supuesto de que Trump gane la elección. En este periodo, Donald Trump podrá continuar haciendo comentarios sobre las políticas irracionales que desea instrumentar, sin llevarlas a cabo, pero con la gran diferencia de que ahora sí tienen gran potencial de materializarse. En este sentido, considero que es muy probable que los empresarios pospongan decisiones de inversión e inclusive los consumidores retrasen decisiones de compra, particularmente de bienes duraderos (e.g. coches, línea blanca, casas). En este caso ya no serían solamente el tipo de cambio y otras variables financieras quienes absorban el impacto, sino el sector real. Estimo que esto puede restarle cerca de 0.3 puntos porcentuales al PIB de México del 2016, por lo que de acuerdo a mi estimación de crecimiento, este año la economía mexicana sólo crecería 2 por ciento.
(3) Del 20 de enero en adelante. Es probable que “suene” contraintuitivo, pero considero que una vez que Trump tome protesta como Presidente –claramente en caso de haber ganado–, tendría un efecto menos negativo para México, que el del periodo (2). Como he expresado con anterioridad, es probable que Trump no lleve a cabo ni el uno por ciento de las políticas que ha dicho que instrumentará y no porque sea perjudicial para México, sino porque considero que serían muy negativas para Estados Unidos. De hecho, no creo que ninguna de las tres políticas que planea particularmente para México tienen sentido para mejorar la economía de EU (“¿Trump en contra de México o también en contra de su propio país?”, 15 de marzo). Así, en mi opinión, en lugar de cancelar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) o imponer barreras arancelarias temporales en los bienes de exportación más importantes para nosotros (e.g. industria automotriz, aeroespacial y línea blanca), terminaría por imponer algunas cuotas o barreras en productos agrícolas, al aliarse con los productores de naranja de Florida o de jitomate y aguacate en California. Asimismo, en lugar de deportar a todos los hispanos de origen mexicano sin documentos, continuarían con la alta tasa de deportación de Obama, pero haría eventos mediáticos cada vez que deportan mexicanos a nuestro país asistiendo para despedirse diciendo “Good bye rapists”, por ejemplo. Finalmente, en lugar de construir un muro a lo largo de los 3,185 kilómetros de frontera que tiene nuestro país con EU, haría una pequeña ampliación del muro que ya existe (~10-20 por ciento más), lo inauguraría con “bombo y platillo” y “se le olvidaría” para tratar asuntos mucho más importantes, como la manera de contener al Estado Islámico (IS). En resumen, esta elección presidencial en EU ha sido muy negativa para el mundo y más para México, pero considero que si el resultado beneficiara a Trump no sería tan catastrófico como puede llegar a parecer.
El autor es economista en jefe de Grupo Financiero Banorte.
Twitter:@G_Casillas