Por Bolívar Roblero
En el México somnoliento e inocente de los años 60. La vida transcurría con mucha mayor lentitud, aún no eran los tiempos de la globalidad, así que, ´por ejemplo, los estrenos cinematográficos de Estados Unidos tardaban en llegar a México hasta un año, y por supuesto demoraban en cartelera una enormidad. Baste recordar que la icónica película del cine mexicano de los años 60 “Viento Negro” permaneció en cartelera ¡la friolera de 39 semanas!, “El Planeta de los Simios” (la original, de Rod Serling) se le acercó mucho con 35 semanas.
En Abril del 68 entró a cartelera para permanecer en ella casi medio año, otra icónica cinta de aquella época “Nacidos para Perder”, una cinta sumamente violenta, que hablaba de pandillerismo, drogas, abuso sexual y que sin embargo cautivó a los cinéfilos mexicanos de aquél entonces, producida, dirigida y estelarizada por Tom Laughlin, a quien acompañó Elizabeth James; quien por cierto también escribió el argumento, que narra las atrocidades y abusos que comete una pandilla de motociclistas que se llaman a sí mismos “Los Nacidos para perder”, ante la tibieza de las autoridades. Un solitario joven: Billy Jack (Laughlin) se enfrenta a la banda para rescatar a Vicky Barrington (James) secuestrada en la casa de la playa de los pandilleros, la cinta fue completada con una magnífica banda sonora, escrita por Mike Curb e interpretada por Hugo Montenegro, el tema central de la película “Nacidos para perder” se volvió en un imán de chistes en México, especialmente colocados a la Selección Mexicana de Futbol, que por aquellos años “se ganó a pulso” el mote de “los ratoncitos verdes”; en la televisión, en el cine, ponían el tema del filme y proyectaban a la selección jugando o entrenando, ellos eran, pues, “los nacidos para perder”.
Volteando la cara hacia la NFL me encuentro con otro equipo al que podría venirle muy bien el “mote”: Los Cafés de Cleveland, sin duda algo pasa con esa franquicia, que mucho tiempo fue dominante en la vieja liga de futbol, pero que ha venido decayendo cada vez más y más; después de ser el equipo consentido de Ohio, la gente comenzó a ausentarse del estadio, cansada de tantos y tantos fracasos, al grado que Art Modell dueño del equipo decidió emigrarlo a Baltimore, donde fundó los Cuervos, ¡Oh solución mágica!. Los inoperantes Cafés se transformaron en los temibles Cuervos, que incluso ya ganaron un Superbowl.
¿Qué paso con los Cafés?: Cleveland rescató para sí el nombre y la marca para fundar de nueva cuenta a la franquicia, en 1999 Jimmy Haslam III adquirió al equipo y comenzó un nuevo peregrinar, de entonces a la fecha han desfilado 9 headcoaches, los cuales no han podido levantar al equipo que ha ido de tumbo en tumbo desde entonces, ¡para encontrar un Coach ganador con Cleveland tendríamos que remontarnos a 1989! Cuando Bud Carson se levantó como campeón de la División Central de la Conferencia Americana; es fue el último título; ¡Vamos, ni el mago Bill Belichick quien dirigió al equipo entre 1991 y 1995 fue capaz de hacerlo un equipo ganador!
A la interminable lista de Entrenadores en Jefe se han sumado nombres ganadores como Romeo Kernel, Eric Mangini y Pat Shummur, con idénticos resultados.
La gerencia y la dirección deportiva han aportado su granito de arena en este caos, al fallar lamentablemente en la elección de talento, tanto en la agencia libre como en el draft colegial, baste señalar que en estos 17 años de la nueva franquicia de los Cafés, han asumido el rol de Mariscal de Campo titular, un total de 23 QB’s, ¡a razón de uno y medio por año!
A lo largo de estos penosos 16 años (sin contar la presente temporada que marcha por el mismo mal camino) Cleveland ha jugado un total de 272 partidos de temporada regular, obteniendo apenas 87 victorias, es decir una productividad de apenas 32 por ciento.
Los números contrastan con los anteriores Cafés de Cleveland, hoy Cuervos de Baltimore, lo que nos lleva a pensar que tal vez haya una maldición en la ciudad para los equipos de futbol americano (¡recuerde que los Rams tuvieron que emigrar de Cleveland en los 40’s!) o bien entender que ese equipo, los Cafés de Cleveland son auténticamente: unos “Nacidos para perder”.