El papa Francisco realizó el martes una sorpresiva visita a ciudades y pueblos golpeados por un terremoto que dejó casi 300 muertos en el centro de Italia en agosto, consolando a residentes que perdieron todo y rezando por los fallecidos.
Dirigiéndose a los residentes con un megáfono, Francisco dijo que le hubiera gustado ir antes, pero que no quería «molestar a nadie» y prefirió dejar pasar algo de tiempo, particularmente para la construcción de una escuela improvisada para los niños.
El Papa visitó la ‘zona roja’, que cubre el centro de Amatrice y está cerrada al público porque aún es peligrosa, donde la mayoría de los edificios se desplomaron y se considera que están demasiado dañados como para vivir en ellos.
Fuente: Excélsior
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