El escritor periodista y catedrático, René Avilés Fabila murió este domingo a causa de un infarto, con 75 años de edad.
Se graduó como licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y realizó estudios de posgrado en la Universidad de la Sorbona, en París.
Por 50 años fue catedrático de la UNAM y por más de tres décadas, también de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Colaborador de medios de comunicación, inició su carrera literaria en el año de 1960, bajo la influencia de Juan Rulfo, José Revueltas, Ermilio Abreu Gómez, Juan José Arreola; entre otros.
Respecto al fallecimiento de Avilés Fabila, el periodista Rafael Cardona, escribe:
“Águila Negra» le decían sus colegas a René Avilés cuando la discusión era si la literatura le pertenece a los narradores o los periodistas, por escribir la realidad a tropezones y carreras, éramos (o somos) también escritores por pleno derecho.
No supo, como dice Gabriel García Márquez de la “derrota miserable de la vejez”. Atildado, siempre correcto y con afabilidad constante, René siempre sonreía, hasta cuando debía entregar un premio a un ausente (el homenajeado llegó después), como le sucedió apenas hace unos días en el Museo Nacional de Antropología en la tarde de las preseas de “Crónica”.
En esa ocasión, como les sucedió a todos quienes trabajamos aquí, lo vi por última vez. Y vaya si estaba bien. Con humor, con gusto, con diligencia. Sin asomo de mal ni sospecha de enfermedad. Entero, correcto. Y a los pocos días, para envidia de muchos (yo entre ellos), la muerte le brinca del brazo del sillón y lo sorprende de un solo golpe. ¡Zas!, se acabó, mi estimado.
Gracias. Como dijo el gitano, te deseo una buena muerte. No supo Avilés ni de la fealdad ni del dolor de la decrepitud.
Supongo muy variadas las reseñas por venir de sus textos y sus muchas novelas, de sus libros de cuentos. Enumerarlos todos resultaría largo y prolijo pues Avilés, a despecho de su auto promovida imagen de parrandero irremediable, era todo lo contrario. Un intelectual disciplinado, riguroso, analítico, responsable. Ni la trivia ni la trova lo vencieron.
Siempre supo hacia donde dirigir su tiempo y esperar sus ocios.
Fuente: 24 Horas /Staff