Negan ha llegado y los supervivientes de The Walking Dead ahora tienen que hacer frente a un mundo nuevo. Nuevas reglas, con un psicópata asesino al frente que usará cualquier método para imponer su supremacía y atemorizará al grupo de Rick y, de paso, a unos sufridos espectadores que han tenido que esperar seis meses para conocer quién era el elegido para morir tras una sádica cancioncilla infantil. The Walking Dead ha arrancado su séptima temporada resolviendo el cliffhanger y marcándose una de las horas televisivas más sádicas y angustiosas de los últimos tiempos.
Como prometieron, la serie de los zombis ha retomado la historia en el punto en que se quedó. Con un pequeño salto temporal que ha hecho que tardáramos 13 minutos en conocer el nombre de la (primera) víctima de Negan.
Pero al menos esta vez sí han cumplido. Y lo han hecho con un episodio lleno de lágrimas y de sangre, no apto para cardíacos y para espectadores con estómagos débiles. Vísceras, sesos, ojos fuera de sus cuencas, violencia gratuita y sufrimiento. Mucho sufrimiento. Sobre todo con la segunda víctima del bate Lucille.
Negan está loco. Ya lo sabíamos pero ahora lo hemos visto y lo hemos experimentado en nuestras propias carnes. Porque el sufrimiento de los supervivientes se traslada a unos espectadores que ya llevan mucho tiempo a su lado y han conectado emocionalmente con ellos. Además, el agobio que producía el capítulo iba en aumento al estar relatado desde el punto de vista de Rick, antes el héroe y ahora convertido en marioneta a las órdenes del villano. Su sufrimiento es nuestro sufrimiento. Tenemos que fiarnos de sus recuerdos, de esas imágenes que nos va mostrando y de las que no sabemos cuáles son recuerdos reales y cuáles son imaginaciones.
Se venía comentando que podrían ser dos las víctimas de su bate. Y así ha sido (no vamos a poner nombres por si alguien ha seguido leyendo a pesar de las advertencias). Pero el capítulo no solo ha dejado tras de sí cabezas reventadas. También ha marcado el comienzo de un tiempo nuevo, una era en la que Rick ya no tiene el control de la situación. Está vendido a la locura de Negan, un tipo que no atiende a razones y que solo quiere imponer su autoridad. No duda en torturar a los supervivientes dándoles donde más les duele con tal de verlos postrados a sus pies ante la desesperación y la impotencia que se siente en una situación así.
«Bienvenidos a un nuevo principio», dice Negan. Tomemos aire, recuperemos el aliento, limpiémonos la sangre que ha salpicado de la pantalla y adelante.
Fuente: Posta
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