La corrupción es una práctica y no una cultura, es la consecuencia de un sinfín de causas, desde la ambición hasta la pobreza.
No, no es verdad, el principal problema de México no es la corrupción. El principal problema es la educación y por desgracia la solución no es de corto plazo, como todo proceso educativo, toma su tiempo ¿Me creerán una o dos generaciones?
Puesto en cifras, 5% del PIB, según los datos que presentó Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, tomando en cuenta lo que se puede documentar, porque la corrupción no se concentra únicamente en los centros de poder públicos o privados, desciende hasta el último eslabón de la cadena social. Corrupción también es checar la tarjeta por el compañero que llega tarde, copiar en los exámenes, cobrar por la plaza a los comerciantes ambulantes, chantajear a los maestros para que beneficien a los hijos en la escuela y otras acciones.
Va un ejemplo que ha cobrado carta de naturalización: la piratería en cualquiera de sus vertientes. En principio la afectación directa a la propiedad intelectual. Hay partidos y políticos que justifican la venta de películas y música pirata con el pretexto muy populista de que es la única forma para que miles de mexicanos tengan acceso a las películas y música de vanguardia; sin importar el impacto en los productores, trátese de personas o toda una industria.
Alguien empezó a hacer creer que abusar era del inteligente y no del sinvergüenza, se creyó aquello de que hacer trampa puede ser sinónimo de ingenio, que el mexicano siempre sabe cómo salirse con la suya.
Les tengo malas noticias: el ingenio nacional no alcanza para producir falsificaciones, casi todo viene de fuera, desde los tenis hasta la maquinaria industrial.
Duele decirlo, pero la solución no está en los adultos de hoy. El cambio, si realmente queremos hacerlo está en los niños y parte de los jóvenes. Hemos visto cómo las nuevas generaciones son más conscientes respecto del medio ambiente o la alimentación.
No deja de causar pena que el presidente Peña Nieto diga que la corrupción es parte de nuestra cultura y que además lo justifique diciendo que en todos los partidos hay casos.
Para mí la corrupción es una práctica y no una cultura, es la consecuencia de un sinfín de causas, desde la ambición hasta la pobreza.
Siempre es un camino de doble vía de corruptos y corruptores, porque, como la cita bíblica, “tanto peca el que mata la vaca como el que le estira la pata”.
Pero no siempre fue así, con el tiempo se fueron relajando los valores, dejamos de preocuparnos por lo básico, por aquello que aprendíamos en casa y se reforzaba en la escuela.
La educación cívica y la formación social no son entelequias sino fundamentos, son raíces que se deben cultivar día a día en casa y en las escuelas para empezar a construir una sociedad diferente.
La solución no está en fiscalías, ni en las nuevas leyes; hay que regresar a lo básico, a lo que enseñaban los abuelos, hay que recuperar la decencia y las buenas costumbres.
Aunque salgan en su defensa los pistoleros a sueldo, estuvo mal Peña Nieto. En su casa o entre sus cuates puede expresarse como le dé la gana, “joder” lo puso al nivel del filipino Rodrigo Duterte y lejos, muy lejos de Obama.