Lo imposible se hizo realidad. Luis Videgaray, el todopoderoso secretario de Hacienda, el hombre más cercano al Presidente de la República –a quien se dice tenía secuestrado– fue hecho a un lado para no volver, al menos a un cargo público con vista al mar.
El último clavo en el ataúd del omnipotente ex funcionario fue su presunta autoría intelectual de la fallida invitación al odioso Donald Trump. Videgaray Caso fue señalado como responsable de una de las peores crisis políticas de la historia peñista, aunque ya llevaba a cuestas la caída de los precios del petróleo, el debilitamiento del peso, la furia empresarial por la reforma tributaria y el polémico manejo de la deuda del país, vigilada con lupa por las calificadoras extranjeras.
Su lugar lo ocupa José Antonio Meade quien liga su quinto nombramiento como secretario de Estado; regresa a administrar las finanzas nacionales después de hacerlo 14 meses, en la etapa final del sexenio de Felipe Calderón. Antes fungió como secretario de Energía con el mandatario panista.
Peña Nieto, por consejo de Videgaray, lo nombró titular de la Cancillería, luego, secretario de Desarrollo Social.
El primer gran reto del doctor Meade será negociar con el Congreso el paquete financiero del próximo año que será presentado hoy jueves; viene con un tijeretazo de 300 mil millones de pesos al gasto público del gobierno federal.
Contra lo que pareciera, el flamante secretario no se reacomoda en la carrera sucesoria; la envergadura de su misión es tal que para sanear la economía no tendrá tiempo de pensar en otra cosa, se lo aseguro. El perfil discreto de Pepe Meade debe leerse como fumar la pipa de la paz con el sector privado nacional, y desde luego como una magnífica señal para dar confianza a los mercados extranjeros.
Quien surge desde lo más oscuro del priismo mexiquense es el nuevo secretario de Desarrollo Social. Luis Enrique Miranda, plomero calificado para reparar cañerías y drenajes del poder, hombre de absoluta confianza del presidente Peña Nieto, nominalmente será encargado de comandar la batalla contra la pobreza aunque en realidad llega a Sedesol para encargarse de la compleja operación política con vistas al proceso de sucesión presidencial. Miranda, hasta ayer subsecretario de Gobernación, abandona la negociación con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación; acusaba el desgaste propio del cargo y el alud permanente de críticas por sus sospechosos métodos de persuasión mediante el uso la chequera del poder.
Por donde quiera que se mire, con los cambios del gabinete, el ganón resulta Miguel Ángel Osorio Chong; la extinción de la triada del poder (sin Videgaray, y con Nuño acotado) deja al hidalguense como el hombre fuerte del Gobierno Federal, ¿tanto como para acrecentar sus posibilidades para convertirse en candidato del PRI?
Se valen apuestas.
EL MONJE SÍSMICO: Todo se mueve, algunos celebran y otros tiemblan. ¿Después de la sacudida habrá réplicas?