Benjamín Torres Uballe
“Porque yo les digo a ustedes que no tengo ninguna duda de que el nuestro es un país extraordinario, lleno de historia, de cultura, de antecedentes, con una enorme biografía, pero sobre todo, con un presente espléndido, y habría manera de decirlo, no sin problemas, y a mí me enseñaron que para resolver problemas, lo primero es reconocerlos, al mismo tiempo con una enorme perspectiva”, les dijo el doctor José Narro Robles a los senadores del PRI en Ixtapan de la Sal.
Y no se puede estar en desacuerdo con el ex rector de la UNAM. México es un país maravilloso, de una grandeza inconmensurable. No así los señores legisladores ni la clase política en su conjunto, semejantes a una penosa plaga que los mexicanos soportan estoicamente desde hace siglos.
Corrupción, abusos, saqueos, mentiras e inmoralidades son algunas “virtudes” en la “difícil” tarea que desarrollan los integrantes de todos los partidos en el país. No existen excepciones. Incluso aquellos que pretenden pasar como adalides de la democracia y la honestidad tienen larga cola que les pisen. Sí, la repudiada clase política es la más ignominiosa de las rémoras para México.
En las palabras del hoy secretario de Salud, José Narro Robles, se puede encontrar sin dificultad la descripción de uno de los principales problemas de la administración peñista: No reconocer —al menos públicamente— los graves problemas de nuestra nación, como lo son la inseguridad, pobreza, desigualdad, injusticia, desempleo y falta de un estado de derecho real.
Sin pretender ser catastrofistas, es evidente que la ingobernabilidad llegó a vastas zonas de la república: Oaxaca, Guerrero, Tamaulipas, Morelos, Chiapas y Veracruz, que la exhiben cada día. La Ciudad de México sufre los estragos de las inconformidades sociales en otras entidades y se colapsa por auténticos movimientos de la gente, pero también por jugarretas políticas que los gobernantes no son capaces de —o no quieren— solucionar en sus lugares de origen.
México es un país lleno de jóvenes que se ven afectados seriamente por todos esos sucios rejuegos de la política que acotan el desarrollo y futuro de una gran cantidad de ellos. Narro Robles bien lo ha dicho a los senadores del tricolor en su plenaria del pasado lunes y martes:
“No hemos sido en el pasado capaces de convencerlos. Los jóvenes de 20 a 39 años son quienes votaron menos proporcionalmente en la elección presidencial pasada y los de 18 y 19 años tienden a animarse. Hemos de convencer y comprometer a los jóvenes, para que puedan incorporarse a la toma de decisiones”, les espetó, sin ambages, el actual secretario de Salud.
Narro Robles tocó un tema vital en el que ha fallado rotundamente el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto: la congruencia. En México, la actual administración se afana ociosamente en tratar de vendernos un país maravilloso, de minimizar lo malo, y obviar, tanto la crítica fundamentada como las “malas noticias”. La resistencia a admitir lo que debe corregirse ahí está y un correligionario se los recordó a los senadores del PRI y a su jefe máximo en Los Pinos:
“Tiene que haber congruencia entre el discurso y los hechos, entre lo que decimos, pensamos, sostenemos y lo que pasa en la realidad. Y tenemos, por supuesto, que buscar la cercanía con la gente, el apego a las causas de la mayoría y convocar más allá, mucho más allá, de los políticos y los militantes”, les echó en cara un muy sutil, amable y bien posicionado José Narro Robles, a quien muchos de esos legisladores buscaban con insistencia para tomarse la foto en el cónclave priista realizado en el Estado de México.
Finalmente, en una especie de premonición, les advirtió: “Tendremos un laboratorio muy cercano con el 17 y tenemos una enorme necesidad de convencer a la población de que lo que tenemos es un proyecto de país que tenemos que seguir defendiendo, que lo habremos de seguir haciendo”. La pregunta que surge es si lo escucharán o seguirán en la soberbia e incapacidad.
TRUMP, LA SUMISIÓN DE LOS PINOS
Reprobable, por injustificada y absurda, resulta la decisión del presidente Enrique Peña Nieto de recibir en Los Pinos a un peligroso paranoico y manipulador como Donald Trump, quien se la ha pasado insultando a México y a los mexicanos.
El candidato republicano a la Casa Blanca —la de Estados Unidos— es un siniestro personaje non grato para toda la población y resulta ofensiva su presencia en el territorio nacional. ¿Desde ya está presente la sumisión? ¿Qué justificación demagógica escucharemos luego del encuentro?
@BTU15