En Contexto

No es tiempo de profecías

Publicado por
José Cárdenas

Juan María Naveja

 

 

 

 

La definición del candidato ganador a la presidencia de la Casa Blanca aún es incierta, así como asegurar que el PRI pierda el poder rumbo al 2018.

 

Esa forma lapidaria de muchos analistas los ha llevado a pronosticar que el PRI ya perdió la presidencia o que Trump está alcanzando a Hillary.

Muchos observadores jamás se han asomado a la realidad estadounidense, menos conocen la operación de los colegios electorales, ni saben leer las encuestas, y hoy, como a lo largo de la contienda, la candidata demócrata ha llevado una buena ventaja en los estados que pueden definir la elección; recordemos que Bush ganó en el 2000 con una mínima cantidad de votos de la Florida. En estos días estados como Texas, Pensilvania, Ohio o la misma Florida apuntan a favor de Hillary, no importa si en las encuestas nacionales la distancia sea mínima.

¿Trump puede ganar? Por supuesto, es una elección y los imponderables pueden modificar tendencias, pero en este momento los republicanos están más preocupados por el riesgo de perder el control de las cámaras que por regresar a la Casa Blanca, por eso están echando mano a todos los recursos para evitar que el efecto Trump los arrastre.

¿Que el PRI ya perdió el 2018? Qué va, una organización tan experimentada y con el gobierno federal en sus manos jamás se debe dar por derrotada en la víspera. La definición del candidato aún es incierta, por el lado del presidente no se sabe si seguirá siendo el gran elector del pasado o que en la asamblea se fijen reglas inéditas.

Por eso llama la atención que la mayoría de los analistas descalificaran de facto al nuevo secretario de Desarrollo Social, Luis Enrique Miranda Nava, y lo redujeran al papel de operador en la oscuridad. Lo mismo quienes sostienen que a José 
Antonio Meade se le envió a Hacienda con la consigna de que tendrá que permanecer hasta ahí hasta el último día del sexenio.

La historia nos recuerda que López Portillo llegó a Hacienda el 29 de mayo de 1973 y se fue el 29 de septiembre de 1975, es decir estuvo en el cargo poco más de dos años y como se sabe, el país ya estaba en problemas económicos semejantes a los actuales.

Gran parte del siglo pasado la costumbre era hacer del secretario de Gobernación el más fuerte candidato y luego presidente, pero de 1988 a la fecha han sido electos seis presidentes que no procedían de Gobernación, por más que los encuestadores y opinadores han mantenido en la primera línea al inquilino de Bucareli.

En los cuatro años de su administración Peña Nieto ha sido una síntesis de varios gobiernos: la estridencia se su pareja, las devaluaciones del peso, el aumento de los energéticos y el crecimiento de la deuda, pero también el inicio promisorio de Salinas de Gortari y como éste, en la recta final manda a su “delfín” a la Sedesol.

No era cosa de sabios anticipar que Luis Enrique Miranda iba llegar al gabinete, desde la Subsecretaría de Gobernación actuaba con plenos poderes, es del dominio público su cercanía con el presidente. Llega a la Sedesol y me temo que se van a equivocar quienes creen que sólo seguirá siendo un poderoso operador de causas ajenas. Miranda ha trabajado para su causa desde el primer día del gobierno, a lo largo y ancho del país fue colocando a su gente y ganando o comprando voluntades.

Para insistir en la historia, la sucesión entre Echeverría y López Portillo fue entre amigos entrañables, casi hermanos.

jnaveja@hotmail.com

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José Cárdenas