En Contexto

El deporte nacional favorito

Publicado por
José Cárdenas

Brújula

Ana Paula Ordorica

 

La popularidad del presidente Enrique Peña Nieto está en el nivel más bajo para él o para cualquier otro presidente desde que se hacen estas mediciones. Y el deporte nacional favorito se ha convertido el de ‘péguele al presidente’.

 

Esta semana en especial fue dura en esa disciplina de los desencantados. La visita de Donald Trump a México fue la carnada perfecta para poder hacerlo. Una vez más fueron quizás buenas las intenciones pero pésima la estrategia y fatal el resultado.

 

Se entiende que la idea de invitar a ambos candidatos salió de la oficina del titular de Hacienda, Luis Videgaray. Y que esto fue así porque hay una importante preocupación por la situación económica actual y la posibilidad de que ésta se complique aun más si el 8 de noviembre gana las elecciones Donald Trump.

 

¿Qué pasaría con la relación económica más importante de México si gana el individuo que no ha parado de hablar mal de nosotros, de nuestro país y de los connacionales que están en EUA?

 

La relación bilateral, lo dijo el presidente Peña Nieto en la conferencia conjunta con Trump, implica una frontera por la cual circulan más de un millón de personas y 400 mil vehículos al día; un comercio de 500 mil millones de dólares al año; la exportación de más de 200 mil millones de dólares anuales de EUA a México y más de seis millones de empleos norteamericanos que dependen de estas exportaciones.

 

Por eso se pensó que había que tener contacto con Trump y sensibilizar a quien, si bien hoy no encabeza las preferencias de los norteamericanos, sí cuenta con un 26 por ciento de las probabilidades de ganar de acuerdo con el análisis de encuestas de Nate Silver y su blog fivethirtyeight.com.

 

La apuesta no resultó fructífera y esto es lamentable para los mexicanos que queremos que al país le vaya bien. Pero la andanada de golpeteos al presidente y de quienes opinan que el sexenio ya terminó es lo que resulta mucho más preocupante incluso que quien gane la elección norteamericana en noviembre.

 

El sistema presidencial en el que vivimos obliga a que quien gane la elección presidencial cumpla con un periodo de seis años. Pero resulta que los mexicanos nos decepcionamos muy pronto de quienes nos gobiernan y mucho antes de que concluya el sexenio lo damos por terminado y comenzamos a ver quién será el (o la) que llegue a salvarnos en la siguiente elección.

 

 

Dar por perdido el sexenio cuando aun le queda una tercera parte es algo que recuerdo nítidamente ocurrió con Fox y después con Calderón. No podemos cometer el mismo error con Peña Nieto.

 

Apenas ayer hizo el Ejecutivo la entrega del cuarto informe de gobierno. A este sexenio le quedan 22 meses antes de que sea la siguiente elección presidencial. ¿Qué se puede hacer para que en este tiempo las cosas no empeoren –que mejoren sería ideal pero quizás es mucho pedir?

 

Esa es la gran pregunta que tiene que tener ocupado al gobierno, pero también a los mexicanos. No estamos más en el país de uno solo. Y por ello pretender que el siguiente y su equipo sean mejores para que las cosas caminen por buen rumbo para los mexicanos es igual de ingenuo que haber pensado que Trump iba a venir a México a entender la importancia de la relación y a recular de dichos que lo han llevado a ser una de dos opciones de ganar las llaves de La Casa Blanca en noviembre.

 

@AnaPOrdorica

 

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José Cárdenas