La ciudad colombiana de Cartagena prepara la ceremonia de firma del Acuerdo de Paz en la Plaza de Banderas del Centro de Convenciones, a un lado de la Torre del Reloj, puerta de entrada a las murallas que son patrimonio de la humanidad.
En la plaza y sus alrededores, brigadas de obreros trabajan para montar la tarima principal, en donde el presidente Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las FARC, Timoleón Jiménez, firmarán el acuerdo final al que llegaron los negociadores en agosto pasado en La Habana.
Camiones de donde se bajan equipos de sonido, alfombras y luces, son parte de los preparativos para la ceremonia histórica que pondrá fin de forma oficial a 52 años de guerra entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Para ingresar al área amurallada, la Policía Nacional dispuso un estricto control a vehículos y personas, con retenes en entradas y salidas.
La ceremonia contará con la presencia de 15 jefes de Estado de América Latina, así como los secretarios generales de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, y de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.
Agentes de los organismos de seguridad ocupan sitios estratégicos de la ciudad amurallada, sobrevolada por helicópteros militares y resguardada por la Armada Nacional desde la bahía, que da justo a la parte posterior de la Plaza de Banderas.
La prohibición de que los vendedores ambulantes ofrezcan su mercancía en el área donde estará la tarima principal ha ocasionado protestas de quienes viven de la venta de agua de coco, comestibles y la típica arepa de huevo.
“Van a firmar la paz, y a nosotros los pobres no nos dejan trabajar. No nos dejan ingresar a la Plaza de Banderas y a la Puerta del Reloj”, lamentaron algunos comerciantes a Notimex.
Turistas nacionales y extranjeros caminan en las calles de Cartagena, disfrutan las playas y compran boletos para diferentes islas como la del Rosario, una reserva coralina en el Caribe.
Entre la población, hay voces a favor y en contra del Acuerdo de Paz, los que votarán Sí o No en el plebiscito del 2 de octubre próximo, que decidirá la paz o la continuidad de la guerra con las FARC.
En calles, esquinas, restaurantes, cafés y en los alrededores del Centro de Convenciones, una minoría cuestiona los acuerdos porque no aceptan que los jefes de la insurgencia no vayan a prisión.
Por su parte, una mayoría, si bien estrecha, tiene grandes expectativas con el silenciamiento de los fusiles por parte del grupo insurgente más antiguo y beligerante del continente.
Fuente: Crónica