Ana Paula Ordorica
Sabemos que al presidente Enrique Peña Nieto le preocupa mucho el ánimo social nacional. Él lo ha dicho: México está muy bien, está avanzando, pese al mal ánimo social. Habló incluso en el marco de estas declaraciones de que México es un país para presumir.
Nada me gustaría más y me atrevo a decir que nada le gustaría a miles de mexicanos además de a mi que poder tener ese país al cuál ha hecho referencia el presidente. Un país que en eventos como las Olimpiadas que se celebran estos días en Río de Janeiro, pueda pintar en el medallero mundial.
Tener un país exitoso en eventos como éstos tiene tantos efectos tan positivos que me sorprende que al saber Peña Nieto y su equipo que ganaron las elecciones del 2012, no se pusieran a trabajar desde ese momento para fijar una estrategia que cuatro años después generara resultados contantes y sonantes en el número de medallas ganadas.
Los efectos del resultado de un país en estas justas mundiales claro que tienen repercusiones en el ánimo social al que hace referencia el Presidente…y en mucho más. En EUA hemos visto historias de éxito como la de la nadadora Katie Ledecky quien hace 10 años, a los 9 años, estaba emocionada por conseguir un autógrafo de su ídolo, el nadador Michael Phelps. Hoy Ledecky ha logrado cuatro medallas de oro y una de plata para ella en Río de Janeiro.
¡Qué maravilla que los héroes de los jóvenes sean atletas de la talla de Phelps! Que justamente sean ellos quienes inspiren las actividades recreativas de una niña que hoy, a los 19 años, está concentrada en sus estudios universitarios y en su desempeño deportivo en la alberca. Que a su vez será ella la inspiración y el ídolo de futuras generaciones para seguir colocando a ese país a la cabeza del medallero mundial.
Para lograr ese desempeño como país es necesario que el Estado juegue un papel importante de apoyo y fomento al deporte. Que de arranque se tengan las instalaciones necesarias para descubrir si se tiene la ‘madera’ para perseguir mayores metas.
Pero en México tenemos una situación precaria en la materia. Desde niños hay carencias en todos los niveles socioeconómicos para poder perseguir mejores metas deportivas. Y por ello no sorprende que en comunidades enteras el ídolo acabe siendo el delincuente que logra salir adelante gracias a su actividad criminal. Se pone una camiseta POLO y claro, el ánimo social lleva a que esa camiseta, la del delincuente, sea la aspiración de quienes tienen el futuro del país en sus manos.
Las historias de éxito de México en las Olimpiadas son contadas y en la mayoría de los casos son historias de héroes individuales. Dobles héroes, podríamos decir, porque lo logran a pesar del país en el que les tocó nacer en donde simplemente no hay fomento ni cultura del deporte.
Este año ha llamado especialmente la atención por el papel del titular de la Comisión Nacional del Deporte, Alfredo Castillo, cuyos principales méritos para estar en esa posición es la cercanía con el presidente y que le gusta mucho el paddle tennis.
Además de ello ha sido lamentable ver que de nueva cuenta llega a una posición de poder a demostrar que es él quien manda mediante muchos pleitos y muy poco que demostrar por los 25 mil millones de pesos que tiene de presupuesto para el deporte.
A Río han llegado un número importante de atletas, 124. Fuera de las Olimpiadas de 1968 en México en donde participaron 275 atletas y cuatro años después, Munich 1972 en donde participaron 174 atletas, nunca había el país enviado a tantos atletas a competir. Y aun así, las medallas brillan por su ausencia. Al momento de escribir estas líneas México apenas intenta entrar en el medallero con la esperada en el box para Misael Rodríguez.
El titular del Comité Olímpico Mexicano, Carlos Padilla, ha hablado de la necesidad de hacer una reingeniería en el deporte nacional. Urge esa reingeniería. Urge que México sea un país que genere orgullo. Urge que ese orgullo motive un mejor ánimo social. Pero esto no llegará mediante discursos ni poniendo a amigos (peleoneros además) en las posiciones de poder.
@AnaPOrdorica