Benjamín Torres Uballe
En México —está visto— la justicia se puede obtener de tres formas: comprándola, siendo influyente o todopoderoso y, últimamente, postrándose de hinojos ante el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Ello, aunque parezca inverosímil, obra milagros en pleno siglo XXI.
Sabido es que la correcta impartición de justicia en el país es una de las dos grandes deudas del Estado con los mexicanos; la otra es la educación. El caudal de injusticias es enorme, inocentes pagan por delitos que no cometieron y delincuentes —incluidos los de cuello blanco— en toda la extensión de la palabra andan sueltos por las calles debido a perversiones del sistema judicial.
Torcer la justicia en este insólito México no es novedad. Desde épocas ancestrales las leyes están reservadas para el uso a conveniencia de las clases poderosas, para que se hagan efectivas en “los otros”, en los desvalidos, en los que no pueden defenderse por carecer de recursos o por el desconocimiento de las leyes mismas, por ser incómodos al sistema, o para vendettas políticas.
La desesperación de dos madres ante la indolencia e ineficacia del cuestionado sistema de justicia mexicano las llevó, en menos de dos semanas, a postrarse ante Osorio Chong para suplicar justicia por el secuestro y desaparición de sus respectivos hijos. De ese tamaño es la injusticia en México, alimentada por la corrupción, la impunidad y las imposiciones y conveniencias políticas.
Nallely Elizabeth García Vargas fue secuestrada en Pachuca, Hidalgo, y su madre es la primera mujer que, en la capital de ese estado, se arrodilló ante el secretario de Gobernación para demandar justicia y localizar a su hija. La noticia se difundió en todos los medios de comunicación nacionales y pronto dio la vuelta al mundo. Otra vergüenza más para la administración peñista.
Sin embargo, en un hecho insólito —que incluso provocó una serie de conjeturas—, en menos de 24 horas Nayelly fue rescatada de sus plagiarios en el peligroso municipio de Ecatepec. Las órdenes de Osorio Chong para solucionar el caso fueron asombrosamente obedecidas a la perfección por las policías, quienes, en esta ocasión, no solicitaron dinero a la familia de la víctima para iniciar o agilizar las investigaciones, ni el Ministerio Público puso toda clase de trabas.
Diez días después, Ana María Salcido, otra madre desesperada, cansada de la burocracia y despotismo de las autoridades en Nayarit —característica de las de todo el país—, para localizar a su hijo Cristian Amadeo Salcido, se hincó ante Osorio Chong para pedirle ayuda y localizar a su vástago desaparecido desde hace más de dos años. Nuevamente el oprobio se hizo presente.
Ya no quedan dudas, la justicia en México se ejerce únicamente bajo el “estímulo” infalible del “billetazo”, o de la orden directa e indiscutible del todopoderoso secretario de Gobernación, no obstante, ante él, debe ser suplicada de rodillas para que se mueva la maquinaria judicial. Sólo así.
Y de la putrefacción del sistema judicial en México hay otra muestra reciente, proveniente del espantoso vodevil entre el impresentable gobernador priista de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, y el “inmaculado” mandatario electo de la entidad, Miguel Ángel Yunes Linares, del PAN. El viernes pasado, Duarte presentó una denuncia penal en contra del panista y, ¡oh, sorpresa!, la fiscalía lo citó a declarar 24 horas después. En contraparte, las 14 denuncias de Yunes contra Duarte de Ochoa no han generado nada. Hay que aclarar que a la PGR la dirige también una militante del PRI.
Los tres casos aquí mencionados representan una pequeña nuestra de lo torcida que está la aplicación de la justicia en nuestro país. Hay leyes de primer mundo, aseguran los especialistas en la materia, y solo habría que respetarlas y hacerlas respetar para que esta gran nación lo fuera a plenitud, para que los ciudadanos no se vean obligados a mendigarla de rodillas.
Hoy, el concepto del malogrado Luis Donaldo Colosio sigue inamovible: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia, un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla, de mujeres y hombres afligidos por abusos de las autoridades, o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”. Nada ha cambiado al respecto. Por el contrario, ha empeorado. Esa gente agraviada hoy se ve obligada por las deplorables y vergonzosas circunstancias en que se “imparte” la ley, a pedirla como si se hiciera ante una divinidad.
CNTE VS. EMPRESARIOS, EL PROBLEMA SIGUE CRECIENDO
Incapacidad e indolencia, aunadas a la impericia política del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, permitieron que el problema con la disidencia magisterial de la CNTE y grupos que la patrocinan y apoyan haya crecido a niveles de verdadero peligro para todos los mexicanos.
El conflicto ya se polarizó, y la primera en manifestar su “mal humor empresarial” ha sido la iniciativa privada en Oaxaca, donde este lunes realizaron un paro de 24 horas. El hecho no debe minimizarse como lo pretende la Coordinadora, la situación es grave, pues enfrenta a sectores sociales de un estado con demasiadas carencias y donde el trabajo conjunto de maestros de la CNTE con empresarios, comerciantes y prestadores de servicios es indispensable para mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de la población oaxaqueña. Debe cesar la violencia.
@BTU15