Benjamín Torres Uballe
La señora Carolina Monroy del Mazo, secretaria general del CEN del PRI, aseguró el sábado pasado que “no permitirán un solo agravio más al Presidente de la República”, y advirtió que cada ofensa tendrá respuesta. Es comprensible que la prima del mandatario defienda a la familia y aún más con su ilustre pariente ante la intensa ola de críticas y golpeteo de los que es objeto.
Sin embargo, las buenas intenciones de doña Carolina parecen quedar sólo en simples deseos políticos y mediáticos; es decir, en tratar de quedar bien en Los Pinos, particularmente ahora que sus anhelos parecen apuntar a la gubernatura del Estado de México, donde otro Del Mazo (Alfredo Jr) ya le dio madruguete en lo que a todas luces es una campaña anticipada.
En este espacio escribimos el jueves anterior respecto al presidente Peña Nieto: “Las acciones o escándalos por los que ha sido criticado él o alguno de los integrantes de su gabinete no han sido inventados por la sociedad o los medios de comunicación. Son reales. Así ha quedado comprobado y la dimensión de los hechos genera el nivel de difusión de los mismos con base en el interés y afectación de la población”.
¿Cuáles son los supuestos agravios referidos por Carolina Monroy? ¿Los de la Casa Blanca, la matanza en Tlatlaya o los 43 normalistas desaparecidos?, ¿acaso la ejecución extrajudicial por la Policía Federal en Tanhuato o las acusaciones de la ONU de que en México el uso de la tortura es generalizado?, ¿serán las críticas por la tolerancia –por decirlo de forma suave– a gobernadores priistas como Javier Duarte y César Duarte, o tal vez la protección a militantes como Humberto Moreira?
Desconocemos tales “ofensas” y no estaría mal que Monroy del Mazo las precisara, así como el origen, en aras de la verdad, para que ella misma no quede como una demagoga y oportunista a quien pareciera haberle ganado el hígado con declaraciones que, de entrada, no convencen a nadie.
Intentando conocer cuáles serían los “agravios”, este columnista rescata de la memoria si el aumento de 2 millones de pobres en la actual administración, al pasar de 53.3 a 55.3, es uno de ellos. Reflexiona también acerca de la reciente información sobre el departamento de la señora Angélica Rivera en Miami y el pago del elevado impuesto predial por un amigo del matrimonio Peña-Rivera. ¿Esto calificará como afrenta? Hay muchas dudas y urge que la diputada Monroy nos ayude a aclararlas.
Un escrutinio en el tiempo y recordamos, entonces, otros casos: Lady Profeco, con todo y prepotencia para ordenar el cierre de un restaurante, y al otrora señor director de Conagua, David Korenfeld, usando el helicóptero de la dependencia para asuntos personales; ambos despedidos por el terrible escándalo originado en las redes sociales. ¿Los dos se califican como “agravio presidencial”?
Todavía más. Este lunes me enteré del nuevo embate de la periodista Carmen Aristegui, en cuya página electrónica, mediante una “investigación”, señala al presidente Peña Nieto de “plagiador” en la elaboración de su tesis por la que se tituló como abogado en la Universidad Panamericana. ¿Sería esto realmente lo que causó la molestia de Carolina Monroy? ¿Será que de plano la Aristegui se convirtió en algo más que la piedra en el zapato del mandatario mexicano?
No obstante, y tratando de no perdernos en los detalles, consideramos que el “mal humor político” de la prima del señor Presidente pudiese tener origen en la manera tan vergonzosa que la CNTE ha tratado a la administración peñista, hasta el punto de haberla doblegado con base en la violencia y conseguir, de hecho, todas sus peticiones –líderes excarcelados y salarios reactivados, entre otras exigencias–. Sobre la reforma educativa se cierne el peligro real de su abrogación. Ni duda cabe.
Y perseverando en la búsqueda de los multicitados “agravios” al titular del Ejecutivo federal, finalmente nos damos por vencidos, pues incluso hurgando en las declaraciones del preclaro dueño de Morena, el ejemplar don Andrés Manuel López Obrador –que tilda al equipo presidencial como “la mafia en el poder”–, percibimos que el Mesías tropical es en lo único que no miente.
Mucho ayudaría Carolina Monroy del Mazo –insistimos– con proporcionar elementos precisos para desenmascarar a esos “abusivos” que, bajo el menor pretexto, se dedican a lo que no gusta en el PRI ni en la residencia presidencial: la crítica al trabajo del presidente Enrique Peña Nieto. Hoy, simplemente no vemos por ningún lado “agravios” ni “ofensas”. ¿Ustedes, amigos lectores?
¿CAERÁ ALFREDO CASTILLO CERVANTES?
No son pocos los que exigen la cabeza del titular de la Conade, Alfredo Castillo Cervantes, bajo el pretexto de los exiguos resultados en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. La polémica gestión del amigo del presidente Peña Nieto debería llevar a ello, aunque luce poco probable por la protección que se ha vuelto sistemática para los cercanos al mexiquense. Muestra de ello es Aurelio Nuño.
@BTU15