Benjamín Torres Uballe
A medida que transcurre el sexenio, la popularidad, la aprobación y hasta la simpatía con que arribó al poder Enrique Peña Nieto se diluyen a pasos agigantados. La llegada del mexiquense a Los Pinos generó grandes expectativas, luego de que los gobiernos panistas no cumplieron con las promesas hechas a la sociedad. Hoy está a la vista un Presidente desangelado, que se resiste a tomar las decisiones precisas para atender la delicada situación que el país demanda.
Sólo desde esa perspectiva se pudiese entender la serie de actitudes adoptadas por el mandatario que han ido en detrimento de la aprobación a su desempeño y que acrecientan la percepción popular de que el Ejecutivo se ha debilitado peligrosamente a niveles no vistos en años recientes. Lo increíble de esto es que a Peña Nieto pareciera no importarle gran cosa.
La revuelta de la CNTE ha erosionado implacablemente la figura presidencial, hasta exhibirla como una autoridad timorata, carente del liderazgo que una nación de tanta grandeza y compleja como la nuestra demanda a cada minuto. Pero el asunto de la Coordinadora no es el único causante.
Temas como el del titular de la Conade, Alfredo Castillo Cervantes (por cierto, primo del senador priista Raúl Cervantes Andrade, ex presidente del Senado, y de Humberto Castillejos Cervantes, consejero jurídico del Ejecutivo), y su cuestionado comportamiento durante los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro se han convertido en un pesado lastre para el Presidente, quien se ha obcecado en mantenerlo al frente del organismo deportivo, a pesar del alto costo político que ello genera.
Imposible olvidar también aquel desafortunado “No te preocupes, Rosario”, en apoyo a la otrora secretaria de la Sedesol, Rosario Robles Berlanga, quien —ahora al frente de la Sedatu— no tardó en hacer de las suyas con una pobre y ridícula expresión que la pinta perfectamente de cuerpo entero en su concepto hacia los medios de comunicación, en especial a los impresos: “Los periódicos sirven para matar moscas y limpiar vidrios”, dijo la controvertida ex perredista en Ciudad Juárez, al prodigarse en elogios hacia el indefendible gobernador emanado del PRI, César Duarte Jáquez.
Con las campañas presidenciales en marcha —aunque ninguno de los involucrados lo acepta en público—, el huésped de Los Pinos comenzó a ser ninguneado en el escenario político nacional. Sólo hay que ver el abyecto trato que en meses recientes le ha dispensado la inmaculada jerarquía católica, so pretexto de la iniciativa del priista relacionada con los matrimonios igualitarios. Hoy, en el Congreso, sus propios correligionarios ya mandaron a la congeladora dicha propuesta.
Por su parte, los adversarios políticos saben que el presidente Enrique Peña Nieto está en una situación de suma fragilidad y lo atacan sin contemplaciones, en especial el dueño de Morena, que ya se dio cuenta del momento inmejorable para sacar raja a favor de sus perpetuos y guajiros sueños presidenciales. Pero los panistas no se quedan atrás. Animados por los resultados obtenidos el pasado junio, se convirtieron de la noche a la mañana en sólidos candidatos a regresar al poder y no dudan echarle en cara todos los errores y falta de acción que han provocado la actual crisis.
En México se empezó a hablar de falta de respeto al estado de derecho. Hoy las cosas han cambiado drásticamente: simplemente hay amplias zonas del territorio donde no existe un estado de derecho y el gobierno es el crimen organizado u otros poderes fácticos, como es el caso de la CNTE en Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán. Ellos dictan cómo y quién gobierna.
Un peligroso coctel es el que se ha formado en el país con elementos que el actual gobierno no ha sabido o, en un acto mayúsculo de indolencia, no ha querido atacar frontalmente: Violencia, pobreza, desigualdad, corrupción e impunidad están de manera tóxica en la cotidianidad de la sociedad mexicana, especialmente en los más necesitados, que a duras penas sobreviven en la carencia de empleos suficientes y decorosos, de la desbordada e incontenible inseguridad y en muchos casos agraviados por el cúmulo de injusticias ancestrales.
¿Será por tantas penurias que el Presidente de México prefiere que los problemas los solucione el tiempo o el olvido? ¿De ahí su indecisión para con la CNTE, a pesar de la anarquía y graves daños ocasionados por la violencia? ¿Incluso para no cesar a funcionarios que lo dejan muy mal parado con sus conductas o dislates como Alfredo Castillo o Rosario Robles?
Los asomos de ingobernabilidad son evidentes. Tienen ya un alto costo económico, político y social. Las calificadoras Moody’s y Standard & Poor’s disminuyeron hace unos días la perspectiva de la clasificación crediticia de nuestro país y al de la banca mexicana debido, entre otras variables, a: un decepcionante crecimiento económico y a signos de “ingobernabilidad” —de lo cual ya alertó también Banxico—. Aún falta poco más de dos años para el término del sexenio y… ¿cuál será la estrategia del señor Presidente? ¿Estaremos en la antesala de la alternancia?
@BTU15