Nada se me hace más grave que desanimar o engañar a los jóvenes, pero para impulsarlos se necesitan argumentos y me temo que este gobierno no los tiene…
Con frecuencia el presidente Peña Nieto nos deja caer algunas citas que dan para muchos comentarios. Una fue lo del “mal humor social”, y la semana pasada, cuando invitó a los jóvenes a no dejarse contagiar por los “catastrofistas”. La convocatoria llegaba justo con los constantes descalabros de los atletas mexicanos en los Juegos Olímpicos. Conste, no hablé de fracasos porque clasificarse para representar a México en pruebas olímpicas ya tiene su grado de complejidad.
Nada se me hace más grave que desanimar o engañar a los jóvenes, pero para impulsarlos se necesitan argumentos y me temo que este gobierno no los tiene, no mientras carezca de congruencia: al mismo tiempo que Peña pedía no ser pesimistas su vocero se empeñaba en aclarar oootro señalamiento de corrupción, éste proveniente del diario The Guardian. Al final el presidente debió aceptar que en una ocasión un amigo le pagó a su esposa el tax property (impuesto predial) de su departamento en Florida, pero no presentó pruebas del rembolso.
Nada me gustaría más que motivar a los jóvenes con fundadas promesas de futuro, pero cómo hacerlo si ellos escuchan que se crearon 2 millones de empleos, la mayoría con sueldos de 4,000 pesos, ven que a quien produce el gobierno lo deja a su suerte, los niños de varios estados están sin clases, los deportistas que nos representan tienen que pedir limosnas, los precios que dijeron que bajarían hoy están en aumento, las becas para estudiar o trabajar son pocas o se otorgan a los amigos.
Esos mismos jóvenes que pasan las de Caín cuando hacen trámites, pero sobre todo son víctimas de policías que los extorsionan y atemorizan cuando tratan de divertirse.
Cierto, no todo es responsabilidad del gobierno federal, gran parte toca a los gobiernos estatales y municipales que cuando les conviene se hacen los disimulados para no asumir lo que les corresponde y en esa categoría están los otros poderes y los partidos políticos, que tampoco se esmeran en propiciar mejores condiciones para los jóvenes y niños.
Muchos nos preguntamos si el presidente no tiene quien le explique el mal humor y el catastrofismo que menciona, pero cuando el secretario de Desarrollo Social declara que “tenemos mucha suerte hoy de que el presidente Peña Nieto sea el presidente México” y cuando uno recuerda que José Antonio Meade decía lo mismo de Felipe Calderón, entiende por dónde va la cosa…
La encuesta de Reforma que pone al presidente en el nivel más bajo de aprobación en la historia de los presidentes sería suficiente para darse cuenta de que algo no anda bien con los jóvenes y con los viejos. Y no, cuando se gobierna no se buscan medallas, pero tampoco que te reprueben los ciudadanos.
¿Con qué cara? Con la escasez de medallas olímpicas salieron algunos legisladores a criticar y llamar a cuentas a las autoridades del deporte ¿Qué han hecho para modificar el estado de las cosas? Porque el pobre desempeño no es novedad, es la costumbre en las competencias internacionales. ¿A quién van a llamar a cuentas tras el Mundial de Rusia? Porque como ya se ha advertido, el futbol mexicano es un paraíso fiscal, un lavadero de dinero y en últimas fechas sus dirigentes se han empeñado en cerrarle las puertas a los mexicanos, en particular a esos jóvenes que Peña Nieto no quiere que se contagien con el catastrofismo.