El reto es notable para quien aguardaba dos meses de campaña antes de convertirse en primera ministra. Sin embargo, la presión sobre su rival y la evidencia de que May contaba con el apoyo mayoritario del grupo parlamentario llevó a la relativamente inexperta Andrea Leadsom a abandonar la contienda tras apenas cuatro días, dejando pista libre para el aterrizaje de la hasta ahora titular de Interior en el Número 10.
El hombre al que sustituirá celebró que no vaya a haber una «campaña prolongada», pese a que había sido el mismo David Cameron quien había marcado los tiempos, no sólo para permitir un debate interno en una formación profundamente dividida por la consulta del 23 de junio, sino para garantizar margen antes de iniciar formalmente el divorcio.
La propia May había avanzado que el proceso no debería comenzar antes de que se acordase una estrategia de negociación. Si algo ha quedado de manifiesto es que no había plan Brexit, por lo que los cálculos de la desde mañana segunda mujer en ocupar Downing Street, 26 años después de Margaret Thatcher, es que el artículo 50 no se activará hasta antes del final de este 2016.
El problema es que la Unión Europea demanda una reacción y lo único que contenía la impaciencia de los líderes comunitarios era la condición impuesta por Cameron de que sólo quien le sucediese iniciaría los trámites para una travesía incierta.
Despejada la incógnita, es de esperar que el bloque aumente la presión sobre el ejecutivo británico para evitar un peligroso contagio, si bien Theresa May parece haber previsto el desafío y ya ha incluido en sus planes la constitución de una unidad especial del Brexit que se encargará de supervisar un proceso sobre el que no hay precedentes en Europa.
El consuelo para la UE es que su interlocutora será una política experimentada y, crucialmente, respetada en las altas esferas comunitarias, en las que se la compara con la canciller alemana Angela Merkel. En su contra, la nueva primera ministra tiene una tarea más urgente, puesto que ha de nombrar todavía a un Gobierno de cohesión que permita cicatrizar los agravios del referéndum y hacer frente a su determinación de no convocar elecciones.
No en vano, en su primera intervención desde que se confirmó su ascenso, Theresa May citó la necesidad de liderazgo, de unidad y de visión de futuro como los tres pilares de un mandato en el que se vislumbran novedades sobre la línea tradicionalista tory, con el compromiso de construir «un país para todos, no sólo para unos pocos privilegiados».
Fuente: Economía Hoy