Maestros, y protuberancias ultra radicales, verdaderas “patronas” de la CNTE combatiente, acosan a urbanitas megalopolitanos con una “calentadita” estilo oaxaqueño; siembran semilla podrida de maldad.
Lumbre llega a los aparejos chilangos.
Un puñado de maestros “resistentes” trae la protesta al Altiplano y estrangula calles, callejones y avenidas con mini bloqueos que desafían cualquier ultimátum; 252 escuelas suspenden clases en apoyo… escurren gotas de ácido corrosivo.
Si la autoridad federal no va a los bloqueos, los bloqueos vienen… a escupirle la cara.
Retiembla en su centro el poder federal; el epicentro se localiza en el Itsmo y Costa de Oaxaca, a cientos de kilómetros y décadas de distancia.
¿Usted cree que la CNTE disidente es el mismísimo demonio?
Diablos, los guerrilleros del Ejército Popular Revolucionario (EPR), surgido de la región de los Loxichas, asentado en Huatulco y Pochutla, verdadero patrón detrás de la CNTE beligerante, desde hace poco más de dos décadas.
Son “esos” quien conducen al movimiento de maestros en la sombra.
A través de los maestros, el EPR –y al menos otros cuatro grupos de ultra izquierda– han recibido dinero y prerrogativas a raudales. Heladio Rámirez, Diódoro Carrasco, José Murat, Ulises Ruiz y Gabino Cué no dieron dinero a los maestros “rebeldes”, los pusieron donde había; también a ONG’s, las cuales en el sexenio de Cué proliferaron como hongos –de 29 que había en 2010 ahora cuente usted 79– gracias subsidios del gobierno estatal, en apremio por “patear el bote” a cambio de legitimidad.
El pago de prebendas y la entrega del sistema educativo oaxaqueño administrado por la CNTE –que pasó de 3 mil millones de pesos a 14 mil– sirvió de paliativo a un grupo privilegiado dentro de una de las entidades más atrasadas del país, donde Los Miserables de Victor Hugo serían burgueses comparados con los más pobres de los pobres oaxaqueños, abandonados a la ignorancia y la injusticia, condenados a medio comer lo que producen y producir lo que medio comen, sin mayor esperanza.
Expulsados por esa miseria, han huido 2 millones de Oaxaca a Ciudad Neza, Iztapalapa, California y Nueva York.
Serán varios los grupos que respaldan y sostienen a la CNTE combatiente, más quienes los vomitan, pero la causa de la rebelión magisterial es solo la “puntita” de un iceberg de horror. Los maestros oaxaqueños, usados como fuente inagotable de recursos, se niegan a gravitar a donde los quieren mandar: allá, a la dimensión desconocida.
Repito, la ira es contagiosa; cunde como el pánico.
EL MONJE CRONOLÓGICO: ¿Si el tiempo infinito no agota, cuánto aguanta la paciencia?