Al menos ocho vehículos se incendiaron luego de registrarse varias explosiones en una calle del barrio de Saint-Gilles, en el sur de Bruselas, en un hecho que puso en alerta a la ciudad y generó una amplia movilización policial.
Videos y fotografías difundidos en redes sociales mostraron desde varios ángulos los automóviles en llamas afuera de edificios residenciales, mientras vecinos observaban cómo los bomberos apagaban el fuego y la policía acordonaba la zona.
Testigos y autoridades dijeron que eran ocho los vehículos afectados, los cuales se encontraban estacionados.
Hasta el cierre de esta edición se desconocían las causas de las explosiones que originaron el fuego y no hay reportes sobre personas heridas o fallecidas.
El sitio local de noticias De Morgen reportó a la 1:34 de este jueves, hora local, que “el fuego estaba bajo control” y detalló que los autos estaban en la esquina de las calles Rue d’Albanie y Adolphe Demeure, cerca de una cafetería.
“Aún no está claro si se trata de un ataque terrorista”, agregó el portal.
Saint-Gilles es uno de los 19 municipios de Bruselas y se encuentra en el sur de la capital belga.
Al cierre de esta edición las autoridades no habían informado sobre el hecho, que ocurrió tres meses y medio después de los atentados del pasado 22 de marzo en Bruselas, con saldo de 30 muertos.
El pasado 6 de julio la comisión de investigación parlamentaria sobre los atentados de marzo presentó sus primeras conclusiones, en las que reconocieron el trabajo de los servicios de socorro después de las explosiones, pero señalaron una serie de puntos flacos en su actuación.
Los miembros de esa comisión hicieron una serie de propuestas que podrían mejorar la eficacia de la comunicación entre servicios en caso de un nuevo ataque, tras el doble atentado que cobró la vida de 30 personas en la capital europea.
Uno de los aspectos que apuntan a esas conclusiones es el prolongado tiempo transcurrido para que los actores sobre el terreno llegaran al lugar de la tragedia, retraso que podría deberse a la existencia de demasiados intermediarios entre la toma de decisiones y la puesta en marcha de los servicios de emergencia.
Fuente: Excélsior