Benjamín Torres Uballe
La insensibilidad de los beneficiarios del poder en México siempre ha estado a flor de piel. Para ellos, problemas graves que afectan a los mexicanos son invención pura, un mito, pues. Basta recordar la aguda y sensata declaración de un tecnócrata priista muy destacado: Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, para quien “la pobreza es un mito genial”. Así es como visualizan estos economistas —formados en el extranjero— la desgracia ancestral de millones de mexicanos. Frivolidad e ignorancia al máximo.
Esto viene a colación por el diferendo que sostienen el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), a causa de la metodología para captar las variables económicas y sociales que inciden en el Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2015, presentado el pasado viernes por el INEGI.
Sin rodeos, el Coneval descalifica el mencionado reporte del INEGI con un argumento devastador: “Cualquier modificación para captar adecuadamente las variables económicas y sociales debe ser realizada con transparencia y planeación, permitiendo generar certidumbre a los usuarios. Ese no fue el proceso que siguió el INEGI en esta ocasión”.
Desde luego que la acusación no es menor y debe ser aclarada por el INEGI, dirigido ahora por Julio Alfonso Santaella Castell, otro economista egresado del ITAM con estudios de maestría y doctorado en Estados Unidos. Otro burócrata educado en exclusivas instituciones académicas de primer nivel, donde la pobreza no es precisamente una de las condiscípulas.
Mucho se ha criticado el nombramiento de Santaella —ligado a Agustín Carstens y Luis Videgaray— por el peligro de que el Instituto pusiera en riesgo su autonomía y, con ello, socavara el prestigio y credibilidad ganados a través de los años con un trabajo de alta calidad.
Hoy, lamentablemente, parece que los primeros indicios de la subordinación están a la vista, según lo explica el Coneval: “La modificación que hizo el INEGI al ingreso de los hogares se puede apreciar con los siguientes ejemplos: incremento real del 11.9% en el ingreso corriente de los hogares a nivel nacional y más del 30% en algunas entidades federativas entre 2014 y 2015. Asimismo, se presenta un incremento real del 33.6% del ingreso en los hogares más pobres en un solo año, lo cual no es congruente con la tendencia que se ha venido manifestando en otros instrumentos del INEGI y con otras variables económicas”.
Tantas cifras maravillosas llevan a pensar que sí, la pobreza en el país hoy está a punto de ser un “mito genial”, en vista de que los hogares más afectados por décadas de pésimos gobiernos, en tan sólo un año —del 2014 al 2015—, incrementaron de forma real 33.6% su ingreso.
Un auténtico milagro económico y social que en un par de años permitirá a los millones de mexicanos pobres salir de esa condición. No dejo de asombrarme por la inconmensurable capacidad del doctor —o debo decir: ¿ilusionista?— Santaella para que en unos cuantos meses al frente del INEGI haya logrado ya, al menos en cifras, un impensable aumento en el ingreso familiar. Eso es de admirarse, no el ridículo 4.2% al salario mínimo en este año.
Muy bien por quienes propusieron y avalaron a Santaella Castell —incluido el Senado— al frente del INEGI, una de las escasas instituciones con prestigio y credibilidad sobre la que hoy se cierne ya la ignominia del “sospechosismo” por la presunta opacidad y manipulación en las cifras de la pobreza en México. ¿Para eso lo colocaron ahí, para realizar un trabajo cuyos números nadie cree? ¿Acaso una encomienda deleznable como la de Virgilio Andrade?
Porque de no ser así, es imprescindible aprovechar el talento excepcional de don Alfonso Santaella y no dejarlo reducido sólo a la dirección del INEGI. No, él debe dirigir a México. Con sus capacidades fabulosas —de acuerdo a lo mostrado—, es muy probable que en tan sólo unas semanas reduzca las cifras de los altos niveles de violencia, el infernal número de muertos, de secuestros, robos, extorsiones, feminicidios, incluso los alarmantes dígitos de la informalidad, del desempleo y hasta los innumerables casos de corrupción.
¡Ah!, quizá también pueda mejorar sustancialmente los paupérrimos resultados electorales del PRI, o todavía mejor, algo que le puede redituar grandes dividendos políticos: mejorar los índices de aprobación y popularidad del Presidente de la República, tan exiguos por estos días. ¡Julio Alfonso Santaella Castell para presidente!
No entienden en el gobierno. Siguen tropezando con la misma piedra del engaño, la opacidad, la demagogia, la manipulación y una inmoral pretensión patológica por intentar ocultar y desvirtuar lo evidente, lo que azota a 55.3 millones de mexicanos: pobreza, rezago, abandono, falta de justicia, de un sistema educativo suficiente y de calidad, aunado a inseguridad y la ausencia de un estado de derecho real.
LA VIOLENCIA SIGUE ADUEÑADA DEL PAÍS
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dio a conocer las cifras de la incidencia delictiva correspondientes a junio pasado. Los resultados continúan de terror. El Estado de México tuvo el primer deshonroso lugar con 15,767 delitos en el mes, con lo cual la entidad gobernada por el priista Eruviel Ávila acumula 90,544 en el primer semestre.
Pero la CdMx no se queda atrás; se ubica en segundo lugar. Para el mismo mes acumuló 14,937 delitos y totalizó en los primeros seis meses del año 87,387. Ambos mandatarios minimizan que la delincuencia es la que manda en esos territorios.
@BTU15