Economía

La medición de la pobreza, el INEGI y el CONEVAL

Publicado por
José Cárdenas

Gabriel Casillas

 

 

 

 

Hace algunos días leíamos en los periódicos la crítica pública que hizo Gonzalo Hernández Licona –Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL)-, sobre la modificación que llevó a cabo el INEGI al “Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2015” sin llevar a cabo una consulta con el CONEVAL. Para darnos cuenta de algunas de las consecuencias que tiene esta modificación de la metodología estadística, les comento que con este cambio de parámetros que instrumentó el INEGI, por ejemplo, el número de población considerada en estado de pobreza en nuestro país se reduce de 53 millones a 48 millones de 2012 a la fecha. Después de la crítica de Hernández Licona he leído una serie de opiniones que cuestionan fuertemente los datos y metodologías del INEGI y de su Presidente, Julio Santaella Castell.

Si bien considero en general que la crítica puede ser benéfica para lograr un mejor equilibrio, creo que los comentarios que se encuentran en la mayoría de los medios no se encuentran bien fundamentados. Para empezar, el “nuevo” número de personas en condición de pobreza no necesariamente quiere decir que haya disminuido la pobreza, sino que probablemente estemos sobreestimando el número de pobres desde hace tiempo (i.e. los 53 millones de 2012 –contados con la metodología anterior-, tal vez –utilizando la nueva metodología-, hayan sido 49 o 46 millones, lo que podría implicar una disminución, pero también una un aumento con respecto al número actual de 48 millones). Adicionalmente, cabe señalar que lo que se le está criticando al Presidente actual del INEGI es un legado de la administración anterior y además, como comentaré más adelante, considero que es una mejoría a la metodología anterior.

En lo que resta de este espacio quisiera comentar brevemente tres aspectos sobre este tema: (1) Autonomía y profesionalismo del INEGI; del (2) Presidente actual del INEGI; y sobre la (3) Medición la pobreza.

(1) El INEGI es verdaderamente autónomo y altamente profesional. A partir del 15 de julio de 2008, el INEGI obtuvo su autonomía constitucional. Este instituto se encuentra dirigido por una Junta de Gobierno de cinco miembros, designados por el presidente de la República y ratificados por la Cámara de Senadores. Uno de los miembros de la Junta de Gobierno funge como presidente. Sobre el alto grado de profesionalismo del INEGI, si bien podemos escribir varias páginas al respecto, enfatizaré en dos hechos objetivos al respecto: (a) El INEGI cuenta con la prestigiosa certificación ISO 9001 en la medición del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), de donde obtenemos los cálculos de inflación; y (b) recientemente el INEGI fue receptor de la certificación del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la instrumentación del Sistema de Cuentas Nacionales de Naciones Unidas, con la que sólo cuentan las agencias estadísticas de Estados Unidos, Canadá y Australia.

(2) Julio Santaella Castell. Julio es economista del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y obtuvo su doctorado en economía en la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) en EU. Ha sido profesor e investigador del ITAM en donde también fungió como Director del Departamento de Economía. Asimismo, tuvo una muy exitosa trayectoria en diferentes áreas del Banco de México y en el FMI. Antes de ser nombrado y ratificado por el Senado como miembro de la Junta de Gobierno del INEGI se desempeñaba como Coordinador Ejecutivo del Fondo Mexicano del Petróleo, órgano que nació a partir de la reforma energética. Quiero enfatizar que los documentos de investigación que ha escrito y publicado en revistas especializadas a nivel mundial son referencias imprescindibles sobre economía internacional. Considero que Julio es la persona idónea para dirigir el INEGI y que sin duda está a la altura académica y profesional de los retos que presenta esta institución. Adicionalmente conozco a pocas personas como Julio, que se manejan con un altísimo de integridad y con tanto respeto por la institucionalidad.

(3) Desde hace tiempo se sabe que la pobreza está sobreestimada en México. La medición de la pobreza a partir de las encuestas ingreso-gasto, como la que lleva a cabo el INEGI (ENIGH) tiene varias deficiencias, entre las que se encuentra una gran discrepancia entre lo que se reporta como ingreso –que es una estimación-, y lo que se observa en variables factuales de lado del gasto, como las remesas familiares. En este sentido, Jesús Cervantes, gran conocedor del tema, economista riguroso y con gran preparación y experiencia tanto en el Banco de México como en el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), ha hecho esta observación en varias ocasiones en el pasado con evidencia empírica sólidamente analizada. No hay duda de que nuestro país tiene un gran problema de pobreza, pero es altamente probable que estemos sobrestimando el número de pobres y que esta deficiencia en la medición no nos permita saber qué tanto ha aumentado este gran problema o si se ha reducido, por lo que es benéfico que el INEGI se encuentre mejorando la metodología con la que recaba y estima la ENIGH.

Por último, quiero comentarles que en el pasado he criticado severamente al INEGI, sobre todo por la subestimación que considero que existe en la medición del PIB (“El INEGI subestima el PIB de México”, 7 de julio, 2015 y “Aristóteles Núñez y el PIB, ¿Crítica constructiva o falta de respeto?”, 27 de octubre, 2015). No obstante lo anterior, si bien toda medición es perfectible, nunca he dudado del profesionalismo ni mucho menos de la autonomía que tiene el instituto. En el caso particular del PIB, el semanario británico The Economist publicó un artículo titulado “Funny Numbers” (24 de octubre, 2015) en donde critica la subestimación del PIB ¡Pero en Estados Unidos! Asimismo, me consta que el INEGI ha hecho esfuerzos de investigación para determinar de dónde pueden surgir dichas divergencias y poder tomar acciones para corregirlas.

Twitter: @G_Casillas

El autor es Director General Adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas del Grupo Financiero Banorte

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José Cárdenas