Se tratará de una emisión llena de sorpresas y retos para los tres finalistas: la veracruzana Efany, el tapatío Yoel y la criada en Yucatán Alana, quienes se disputan el título y el millón de pesos que está en juego.
“La experiencia fue muy buena, aprendí a cocinar los elementos de mar que es lo que más me gusta, pero que no sabía hacer. Estar en la final para mí es increíble porque fui tras mi sueño, hice rifas para estar en el programa y llegar hasta aquí es lo mejor que me ha pasado, me siento muy orgulloso”, comentó Yoel, quien desea convertirse en un connotado chef y tener su propio restaurante.
En esta final habrá muchas sorpresas para los pequeños concursantes que no sobrepasan los 13 años de edad. Tendrán que hacer un menú completo con tiempo medido y estarán acompañados de sus familiares, cosa que les puede ayudar o que será contraproducente.
“Está muy bien, porque me siento protegida y apoyada por mi tía, pero al mismo tiempo me pone nerviosa, puedo equivocarme más fácil”, dijo Efany.
Para Alana lo que más le preocupa es la competencia con sus compañeros.
“Está un poquito dura, pero lo que tengo claro es que le voy a echar todas las ganas. Aunque la verdad es que hemos pasado tanto tiempo juntos que somos muy unidos”, comentó, dispuesta a dar la batalla, aunque sean sus amigos.
Por otro lado, para la chef Betty Vázquez, una de los jueces de esta emisión, se logró el objetivo primordial que se tiene desde la primera edición de MasterChef en su versión adulta.
“Estoy muy agradecida porque el público ha captado la esencia del programa. Es familiar, une a la gente los domingos en la noche y propone hacer un cambio en la alimentación y que disfrutemos la gastronomía”, explicó.
De igual forma, aseguró que el compromiso con los chicos que gustan de cocinar va más allá del entretenimiento y habló específicamente del caso de María, de la sierra de Chihuahua, quien se ganó el corazón del público pero que salió prematuramente.
“Se está viendo la posibilidad de que María, quien posee una buena sazón, tenga la oportunidad de aprovechar ese talento, que no se ha desarrollado del todo por las condiciones en que vive. Tanto los otros chefs (Adrián Herrera y Benito Molina) como la producción estamos buscando la manera de que tenga una beca en alguna escuela. Es muy pequeña para sacarla de los cuidado de sus padres, pero si con el paso de los años tiene esa inquietud, la apoyaremos en sus estudios”, dijo Vázquez.
“De hecho los que tienen verdadero interés ya están participando en alguna cocina de los compañeros. Otros irán de verano a los diferentes restaurantes de los jueces. Nos comprometemos como seres humanos, ésa es la magia de MasterChef “, concluyó.
Fuente: Excélsior