Este trastorno alimentario, lo padecen personas que están peligrosamente obesas pero ante el espejo se ven delgadas y sanas por lo que las grasas, el ‘fast food’ o los postres son su comida de cada día, lo que empeora su situación de salud.
Estas personas no son capaces de percibir su exceso de peso y ven su físico agradable.
Tomando en cuenta que México es el primer lugar en obesidad adolescente este problema es muy grave porque muchas de las personas que padecen este problema ni siquiera están diagnosticadas o piensan en los efectos que puede traer este problema, ya que muchos que ahora tienen sobre peso, están en la línea de riesgo de ser obesos y ellos tiene consecuencias graves a la salud como pueden ser las enfermedades cardíacas, la diabetes, la insuficiencia renal, problemas en la columna vertebral y muchas más.
Además, teniendo en cuenta que la obesidad es un fenómeno en aumento, que afecta ya a más de 500 millones de personas en todo el mundo, es posible que muchos individuos con sobrepeso sean megaréxicos no diagnosticados, que terminarán siendo obesos si no toman conciencia de su problema y rectifican su estilo de vida a tiempo.
El nutricionista español Jaime Brugos fue quien dio el nombre de megarexia a este desorden alimenticio expone que esta distorsión en la percepción de su propia imagen corporal es un problema de origen psicológico que tiene como consecuencia el aumento de peso y la malnutrición en aquellos que lo padecen.
El problema se agrava porque no buscan ayuda médica, ni admiten las advertencias de otras personas o personal médico sobre su salud.
Otros síntomas de una persona megaréxica son:
– No llevar una alimentación balanceada ni hacer ejercicio regularmente. Olvidar las dietas y ver el ejercicio como una actividad inútil o aburrida.
– Negar la enfermedad y sentirse orgullosos de su figura la que perciben como hermosa, vigorosa, fuerte o diferente.
– Crear para ellos una falta autoestima, que en realidad les está haciendo mucho daño.
La megarexia, al ser un trastorno dismórfico corporal es decir que distorsionan la realidad sobre su figura, necesita ayuda médica, nutricional y psicológica.
Reconocer el problema es el primer paso para el tratamiento de esta enfermedad. Acudir con un nutriólogo es el segundo paso para que se evalúe el problema de raíz y se ofrezcan soluciones a corto y a largo plazo. Además, es necesario solicitar ayuda con un especialista en salud mental para que se pueda entender la realidad del problema y se reciba ayuda para manejar los sentimientos y emociones.
El paso más importante es establecer y llevar a cabo hábitos de vida saludable: el sedentarismo y la malnutrición no son buenos aliados para la salud. Hacer ejercicio y llevar una dieta de acuerdo con tus necesidades nutricionales puede ser el primer paso para llevar una vida sana.
Hay que recordar que aunque uno se sienta bien con la figura que tiene y la acepte, está bien siempre y cuando no se esté poniendo en riesgo la salud y la vida.
Fuente: Omnia