En Contexto

La CNTE, ¿principio del fin?

Publicado por
José Cárdenas

Andares Políticos

Benjamín Torres Uballe

 

 

 

En México, al igual que en otros países, los tiempos políticos se establecen convenencieramente en función de la rentabilidad que proporcionen. Por ello, no sorprende la captura y encarcelamiento de los líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), Rubén Núñez Ginez, secretario general de la Sección 22 en Oaxaca, y  su secretario de Organización, Francisco Villalobos Ricárdez, ahora recluidos en el Cefereso de Hermosillo, Sonora.

Desde el momento en que se giraron órdenes de aprehensión en contra de  varios integrantes de la CNTE (30 aproximadamente), hace algunas semanas, se advirtió el manotazo que venía hacia Núñez Ginez y su camarilla. Sólo había un pero: el proceso electoral.

Pasadas las elecciones del 5 de junio, y conocidos los resultados —desastrosos para el PRI—, ya no hubo nada que impidiera detener a los líderes oaxaqueños de la Coordinadora, quienes habían arreciado las presiones hacia el gobierno federal mediante los métodos usuales: marchas, plantones, bloqueos, ataques a centros comerciales, unidades de transporte, amenazas… en fin, generar caos donde se manifestaran, estrategia en la que se han vuelto especialistas y que dominan a la perfección.

Carente desde hace mucho tiempo del apoyo real de la sociedad —especialmente la de Oaxaca y de la Ciudad de México—, aunado a la pérdida del control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) que les quitó el gobierno en 2015,  el organismo sindical liderado por Rubén Núñez comenzó a perder fuerza, y era normal, le cerraron la llave donde obtenían la mayor parte de los recursos económicos, unos de forma lícita y otros no tanto.

Llama la atención que, luego de un relativo periodo de calma, los profesores disidentes de la Sección 22 retomaran con más virulencia las protestas en contra de la reforma educativa, junto con otros grupos de maestros en los estados de Chiapas, Guerrero y Michoacán. Ello obliga a un par de preguntas: ¿Quién o quiénes le dieron nuevo impulso al grupo discrepante? ¿Cuáles son los intereses de esos posibles “financiadores” y con qué objeto?

Muchas conjeturas surgen, algunas con mucha lógica, otras más se acercan al terreno de la fantasía. La realidad es que Núñez y Villalobos perdieron el piso, se alejaron del origen de sus demandas iniciales  que, incluso, fueron vistas con simpatía por la población. Hoy, ambos son señalados, al igual que otros integrantes de la Coordinadora, de haberse enriquecido “inexplicablemente”; eso los llevó a prisión. No fue por motivos laborales, lo cual es una falacia.

La vox populi considera que los líderes de la CNTE abusaron, que estiraron demasiado la liga y han exhibido al gobierno peñista y a las autoridades de la Ciudad de México como incapaces para solucionar un conflicto que, en principio, debió resolverse en Oaxaca. La Coordinadora, por más que sus exigencias  pudieran ser válidas, ha hecho pedazos el estado de derecho, sin importarle afectar a terceros en sus propiedades o el libre tránsito, tampoco provocar la quiebra de comercios por sus constantes y extensos plantones. La ciudadanía está molesta y resentida.

Millones de profesores trabajan diariamente en todo el país —muchos en condiciones paupérrimas—, cumpliendo con su trascendental labor y no recurren a métodos virulentos para satisfacer sus peticiones de orden laboral. Un aspecto incontrovertible es que los soldados del magisterio, los verdaderos profesores, sólo obedecen órdenes de los dirigentes sindicales, que son los que negocian con el poder, y obligan —so pena de represalias— a las marchas, bloqueos y toda clase de tropelías que atentan contra la convivencia social y los derechos de los demás.

Líderes como Núñez y Villalobos, al final, son los únicos beneficiarios de negociaciones perversas, los que se enriquecen inmoralmente a costa de sus representados, de lucrar con sus puestos sindicales, aunque en las zonas pobres de sus localidades haya maestros que caminen muchos kilómetros para cumplir con su trabajo y que ganan salarios de hambre. Eso es indefendible, además de ofensivo y denigrante. En la soledad del encierro, ahí, donde las horas son el verdadero verdugo, ¿serán capaces Rubén Núñez y Francisco Villalobos de reflexionarlo?, ¿o el dinero al que se acostumbraron los volvió “poderosos” e insensibles? Sólo el tiempo dará la respuesta.

Peña Nieto, ¿punching bag del clero?

Los mandamases de la Iglesia católica, al parecer, ya agarraron de “barquito” al presidente Enrique Peña Nieto. No hay domingo en que no le tundan con singular entusiasmo en el editorial del semanario Desde la fe. Esta semana lo trataron con especial rudeza, vean y juzguen ustedes:

“Desde los tiempos aciagos del presidente José López Portillo, la sociedad mexicana no había vuelto a vivir un saqueo de sus recursos como viene aconteciendo con en el actual gobierno. Y todavía se preguntan: ¿por qué el mal humor de los mexicanos? ¿Acaso es posible ser optimistas cuando un puñado de políticos vividores se enriquece obscenamente, mientras que la mitad de la población vive en una insultante pobreza?”. Esto, entre muchas otras “exquisiteces”.

@BTU15

 

 

 

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José Cárdenas

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