Héctor “El Güero” Palma deja la cárcel con 56 años, una hernia inguinal, hemorroides, mala visión y varios dientes faltantes.
Al menos eso le dijo por escrito su abogado Frank Ragen a un juez de California.
El capo del cártel de Sinaloa no la pasó bien en prisión estadunidense los últimos nueve años.
Antes de ser sentenciado, “El Güero” Palma estuvo en una cárcel de Phoenix, Arizona, donde tenía contacto con otros presos, recibía visitas de sus familiares y hasta podía hacer llamadas telefónicas.
Pero en 2012, una vez que un juez lo condenó a 16 años en prisión, lo trasladaron a una prisión Supermax en Florence, Colorado, para reos que un juez calificó como “demasiado peligrosos, de perfiles muy altos o de alto riesgo a la seguridad nacional, incluso para una cárcel de máxima seguridad”.
Sus compañeros de prisión eran reos como Tec Kazinksky, el Unabomber, John Walker Lindh, conocido como el Talibán Americano, y Zacarías Moussaoui, convicto por el ataque a las Torres Gemelas, pero lo más seguro es que El Güero Palma nunca los haya visto.
En ADX Florence, Palma estaba siempre solo: pasaba 23 horas del día en su celda y la hora 24 en una celda más grande con una ventana en el techo. Era el único momento del día donde veía luz, pero aún en la hora 24 estaba solo, nunca vio a otros reos. La idea del confinamiento es privarlos de sensaciones sensoriales.
A la hora de la comida un guardia le entregaba la charola en su celda. Pero los guardias no hablaban español, según sus abogados, y el narcotraficante no habla inglés. «Durante largos periodos de tiempo no tenía con quien hablar”, escribió su defensor.
Fuente: Milenio (Galia García Palafoy y Alejandro Domínguez)