Desde 1951, en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se reconoce que los refugiados son “un grupo de personas que se admiten como inmigrantes forzados, pues en sus países son perseguidos por sus creencias, razas, por conflictos armados o desastres naturales”.
Actualmente el concepto se amplió. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) establece que de acuerdo a la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, un refugiado es una persona que «debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él».
Los desplazamientos de grupos humanos, desde su lugar de origen a otros lugares, zonas o países (inmigración), existen desde que el ser humano habita la tierra.
Estos desplazamientos o cambios de residencia se producen por motivos muy variados: búsqueda del alimento, asentamiento en nuevas tierras, traslados forzados de esclavos, éxodos de minorías étnicas o religiosas acosadas por la violencia, horror de las guerras, causas políticas, etc.
A partir de la II Guerra Mundial la inmigración más característica es la de tipo económico. Así los países receptores de inmigrantes, son países con desarrollo industrial y recesión demográfica y los países que aportan inmigrantes son subdesarrollados y baja calidad de vida.
Los primeros dos artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la (ONU) el 10 de diciembre de 1948, establecen que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos; y tienen todos los derechos y libertades proclamados en esta declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Por tanto, la discriminación y el rechazo de una persona por ser inmigrante atenta contra los derechos más elementales de las personas y, aquellos que lo hacen no sólo perjudican a los inmigrantes sino a la propia sociedad que los recibe porque dice muy poco a su favor, ya que una sociedad no sólo se debe valorar por su elevado desarrollo económico sino por sus valores fraternales, solidarios y la convivencia pacífica.
Ahora bien, ¿Qué es la inmigración?
La inmigración es un tipo de movimiento migratorio que supone la llegada de un individuo o grupo de personas a un país distinto del originario para establecerse allí. Su estancia puede ser permanente, lo que implica radicar en el país de destino definitiva o temporalmente.
La inmigración obedece a diferentes factores, entre los cuales la economía puede ser el principal. Generalmente, la inmigración es un fenómeno apreciable entre la población joven, que llega a su nuevo destino a establecerse, trabajar y prosperar.
A lograr mayores oportunidades laborales, una mejor situación económica y de calidad de vida, así como la posibilidad de aspirar a un futuro mejor a nivel tanto personal como familiar. Por ello, las crisis económicas en los países de origen pueden ser detonante para la inmigración.
Otro factor es el político, porque afecta a la sociedad en todos sus niveles y también propicia corrientes importantes de inmigración. Países con regímenes políticos de tendencias totalitarias, autoritarias y represivas son comúnmente fuente de inmigrantes, mientras naciones con regímenes democráticos, solidez institucional, estabilidad económica y respeto a los derechos, tienden a ser destino.
Como tal, inmigración es una palabra que se compone de las raíces latinas in, que significa ‘hacia adentro’, y migratio, migrationis, que se traduce como ‘acción y efecto de migrar’.
El mundo entero ha vivido inmigrando y emigrando constantemente. Las migraciones bíblicas (Moisés y el éxodo) y las científicas (el estrecho de Behring) son punto de partida para saber que las inquietudes del ser humano los han llevado a viajar permanente y constantemente por el planeta.
Dentro de la geopolítica mundial, hay regiones marcadas especialmente por el gran flujo de migrantes. Una de estas zonas es inmensa y abarca tres áreas: el norte de África, el Medio Oriente y el mediodía de Europa. La corriente de migrantes en estas áreas es de millones de seres humanos que se mueven permanentemente buscando una mejor calidad de vida.
Independientemente de las pésimas condiciones de vida y de la hambruna en muchos países africanos, las guerras en Siria e Irak son claramente los grandes impulsores de la migración hacia Europa. Los países vecinos de Siria han recibido a casi tres millones de refugiados.
Solo la décima parte de esos tres millones de refugiados sirios que han llegado a Turquía viven en campos de refugiados. El resto reside en varias ciudades turcas, donde tratan de reconstruir sus vidas pese a los numerosos obstáculos, principalmente el idioma.
Otra zona de importante migración es Norteamérica. El desplazamiento de migrantes mexicanos hacia Estados Unidos es esencialmente un fenómeno laboral impulsado por la demanda y la oferta de trabajadores.
A su vez, el funcionamiento de complejas redes sociales y familiares ha contribuido a propiciar que segmentos importantes de la fuerza laboral mexicana respondan con cierta rapidez a las oportunidades que se originan en el país del norte, conformando un mercado laboral que, de hecho, trasciende las fronteras nacionales.
A este mercado se unen los de otros países de las regiones de Centro, Sudamérica y el Caribe que siempre buscan las mejores oportunidades en la zona económica más importante del mundo. En los últimos años, se han sumado también corrientes de países asiáticos.
No tendría espacio para escribir acerca de las estadísticas migratorias en el mundo. Baste con decir que el respeto y la tolerancia hacia los inmigrantes, por parte de la población autóctona, es una garantía de convivencia y evitará problemas de xenofobia y racismo.