Colaboración de Ana Paula Ordorica
La decisión del presidente Enrique Peña Nieto de enviar al legislativo la propuesta para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo o matrimonio igualitario, entre otras medidas en favor de la comunidad LGBT, es una chuza triple.
Primero, pone en jaque al PAN, que tendrá que pronunciarse al respecto en el legislativo y su postura no se antoja fácil. Si vota en contra, como dicta su ideología y estatutos, se aleja de un segmento importante de la población que además es bastante enérgico en hacerse escuchar.
Y si vota en favor, adiós simpatías de la Iglesia y tendrá que enfrentar el enojo de yunques y ala derecha de sus simpatizantes que de por sí habían pensado que tener sociedades de convivencia era ya bastante ceder.
Quizás tendrá el PAN que dejar que sus legisladores voten a conciencia personal, por primera vez en este tipo de temas. Pero en una primer chuza, Peña ha puesto en una encrucijada al PAN.
En segundo lugar, la iniciativa del ejecutivo hace chuza al lograr cambiar la conversación. De pronto hasta sus más fuertes críticos quedaron boquiabiertos y sin otra alternativa más que aplaudir, algunos incluso dentro de Los Pinos, invitados al evento en el que se anunció la medida en el marco del Día Internacional de la Lucha contra la Homofobia.
Día que, por cierto, se celebra como tal en el mundo el 17 de mayo desde el 2004, pero que en México se hizo hasta el año 2014 por primera vez. En el sexenio de Felipe Calderón se llamaba Día de la Tolerancia y el Respeto a las Preferencias porque justamente en los gobiernos del PAN no se quiso modificar la Constitución para incorporar plenamente la lucha contra la Homofobia.
Pese a que desde 2006 la Cámara de Diputados aprobó el decreto de esta fecha y a que tres años más tarde, en el 2009, se volvió a emitir un acuerdo para conmemorar el 17 de mayo como “Día Nacional contra la Homofobia”, el 17 de mayo de 2010, el gobierno de Felipe Calderón lo publicó como “Día de la Tolerancia y el Respeto a las Preferencias”, lo que evidentemente enojó a las organizaciones civiles y activistas de derechos humanos, quienes calificaron el hecho como homofobia institucional.
Homofobia institucional de la que ahora no pueden señalar al gobierno del Presidente Peña Nieto. Todo lo contrario. En una tercer chuza, esta decisión hace más difícil seguir con el discurso de que es un gobierno que no respeta los derechos humanos.
Medios nacionales e internacionales llevaban semanas intensas de acusaciones en contra de la administración peñanietista a partir del fracaso por responder sobre el paradero de los 43 normalistas de Ayotzinapa y lo mal que acabó la relación con el GIEI.
Con esta acción en favor de la comunidad LGBT también dio el gobierno un paso en favor del respeto a los Derechos Humanos.
¡Chuza!
@AnaPOrdorica