El bullying es una forma de violencia que sucede dentro de la escuela entre los alumnos y puede darse de manera física, verbal, psicológica o social.
Durante el bullying se presentan factores como la pasividad de los espectadores, la falta de imposición de límites hacia los agresores por parte de las autoridades escolares y sus familias.
Otra característica es la vulnerabilidad de las víctimas, a quienes se les percibe como personas tímidas, inseguras, con baja autoestima y pocos amigos.
La asociación no gubernamental Red Voz Pro Salud Mental indicó en un comunicado que es importante identificar las señales que muestra un niño víctima de bullying, como marcas de golpes o ropas desgarradas tras su regreso de la escuela.
También se debe poner atención si el material escolar desaparece seguido y sin una explicación y si el menor se muestra triste o enojado la mayor parte del tiempo, tiene pocos o ningún amigo y se niega a ir a la escuela sin motivo aparente.
“De ninguna manera podemos tomar este problema a la ligera, pues, al permitirlo, estamos poniendo en riesgo la salud, e incluso, la vida de nuestros menores”, resaltó la organización.
Ante esta situación, la asociación recomendó que la familia debe tener buena comunicación con la víctima y dejarle claro que no tiene la culpa, ni es merecedora de lo que le sucede.
Es importante que el afectado hable con las autoridades escolares; en caso de que se niegue, es fundamental que un familiar hable directamente por ella.
La organización sugirió que las autoridades escolares deben imponer sanciones a los agresores, así como informar y concientizar a los espectadores sobre la importancia de defender a la víctima en el momento de la agresión o de brindarle su amistad.
“Para ello, se pueden hacer grupos de discusión dentro de la escuela en los que se fomente el respeto y la tolerancia hacia los demás, y en donde se discuta qué se puede hacer en caso de que una persona sea agredida”, indicó la organización.
Además, es primordial que la víctima y el agresor hablen sobre la situación y procurar que los provocadores tengan empatía con los sentimientos del perjudicado.
Fuente: La Jornada